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Un personaje ficticio ha causado el enfado entre el RCD Espanyol y la sala Beckett, después de que el club de fútbol catalán criticase que una de las figuras de la obra teatral 'Cacophony' es "un futbolista violador que se vincula como jugador" de la entidad blanquiazul.
El Espanyol expresó su preocupación al considerar una falta de respeto que el personaje inventado fuese jugador 'perico'. "No podemos tolerar que se nos pueda relacionar con esta problemática, más aún cuando, en nuestro club, nunca se ha vivido una situación como la que se plantea".
Sin embargo, la sala de teatro que acoge la obra ha expresado su "mayor asombro e incredulidad" ante el comunicado del RCD Espanyol, que califican de "atentado" contra la libertad de expresión.
"Alguien que ni siquiera ha visto la obra, hizo un tuit indignado y desató todo un alud de comentarios y de insultos de otra gente, que mayoritariamente tampoco han visto obra, pero cada vez más agresivos y amenazantes contra la Sala Beckett y contra artistas implicados en el espectáculo", ha recordado el teatro.
Según la sala, el comunicado del club 'perico' demuestra "un absoluto desconocimiento de los hechos y una ignorancia total del sentido de la cultura en democracia", por lo que "supone un atentado directo, ya no solo contra la libertad de expresión, sino contra la dignidad misma del teatro y del arte en general, alimenta irresponsablemente una falsa polémica, y pone en peligro la integridad de personas concretas".
En la obra de ficción, los personajes hacen referencia en un momento dado a un jugador "inventado" del Espanyol "que figura" que ha sido acusado y absuelto de violación. "Esto sirve para que los personajes discutan, con dos o tres únicas réplicas, si el hecho de tratarse de un jugador de 2ª división puede haber influido o no sobre la sentencia. El jugador en cuestión ni siquiera aparece en la obra y la trama sigue hacia otros asuntos que se derivan de este hecho"
La Beckett también ha destacado la diferenciación entre los actores y los personajes. Hay que entender que lo que ocurre en el escenario y lo que se dice no es nunca verdad. Esto requiere un pequeño esfuerzo intelectual, todo el mundo puede hacerlo, no es difícil, y es una manera de poder tomar distancia sobre la propia condición humana y evitar, así, posicionamientos fanáticos".
"Si tuviéramos que estar de acuerdo con todo lo que dicen los personajes de ficción (Macbeth, por ejemplo) habríamos estado vapuleando por las calles desde el tiempo de la Grecia clásica; no existiría el teatro, ni los cuentos, ni tampoco la cultura. Como espectáculo, quizás solo existiría el circo de los gladiadores, donde las fieras se comían de verdad los esclavos", añaden.
Un espectáculo teatral que, más allá del enfado, "está gustando mucho a todo el mundo y habla de temas importantes que tocan de lleno", como la lucha feminista o el peligro de un uso abusivo y violento de las redes sociales en "nuestra sociedad enferma de testosterona".
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