Sandor Martín no entiende su vida sin unos guantes de boxeo, el deporte que ha definido su personalidad y que le ha llevado a luchar por sus sueños desde el interior del cuadrilátero. Una disciplina "verdadera" que le ha devuelto su esfuerzo y sacrificio a base de cinturones, aunque aún le falta conseguir su gran objetivo: el Mundial de boxeo del peso superligero.
"No creo que lo voy a ganar, sé que lo voy a lograr. Es algo que llevo soñando desde que soy pequeño y tengo la oportunidad en 2024". Una convicción que trata de impregnar en las nuevas generaciones de boxeadores desde el K.O Verdún en la capital catalana, el gimnasio que abrió su padre en 1983 y que le permitió adentrarse en el deporte de las 16 cuerdas.
Sandor subió por primera vez a un ring a los cinco años. Desde entonces, el de Nou Barris fue descubriendo sus límites y potencialidades a través de cada golpe y estrategia de sus oponentes. "Me ha hecho la persona que soy a día de hoy. No solo me ha ayudado a mejorar a nivel personal, sino que me ha definido. Lo que soy dentro del cuadrilátero es lo que soy fuera".
Una pasión que logró convertir en su trabajo y llegar hasta la élite. "Nací en el gimnasio, prácticamente. Mi padre era entrenador y crecí vinculado a este deporte con trabajo y disciplina. Se me dio bien hasta conseguir los objetivos que tengo a día de hoy, que es disputar el campeonato del mundo".
Para llegar a ello, Sandor se convirtió a sus 19 años en el campeón de España más joven de la historia e incluso se alzó tres veces como campeón de Europa. "Vencí a Mickey García en California en 2021, que es una leyenda del boxeo", indica el deportista sobre su pelea más complicada.
Sus noqueos también le han permitido convertirse en "uno de los pocos españoles" que ha liderado una cartelera en el Madison Square Garden de Nueva York. Unos recuerdos que le hacen estar contento de su trayectoria, aunque aún le falta el broche de oro con el Mundial de boxeo del peso superligero, que disputará en la primera mitad de 2024 contra Devin Haney, el dueño del cinturón que tanto anhela.
"Ahora vienen los mejores años de mi carrera deportiva, entre los 30 y 35 años. Los momentos más dulces, pero también a la vez los más duros. Se trata de trabajar a conciencia porque todo deportista de élite tiene fecha de caducidad". Por ello, el boxeador catalán sigue intratable y este fin de semana demostró al mundo su persistencia en la prueba final antes del asalto definitivo al título mundial.
Sandor no falló en la antesala a la previsible lucha por el cinturón mundial y derrotó por KO a El Marcouchi en el cuarto asalto. Un triunfo en el que dejó un mensaje al campeón del Consejo Mundial de Boxeo (WBC): "Aquí esta el próximo campeón del mundo".
De momento, el boxeador español sigue preparándose en el gimnasio de su padre, el lugar donde aprendió sus primeras técnicas y que ahora comparte con los más jóvenes, que tienen la mirada puesta en Sandor.
"Nos hemos encontrado el caso de chicos y chicas que vienen con la autoestima baja, que no se quieren a ellos mismos y les cuesta hacer deporte. Pero cuando entran en la familia cambian por completo. Vienen sus padres y nos dicen que sus hijos han cambiado. Son otra persona", reconoce.
Una disciplina que "ha sido estigmatizada durante mucho tiempo" y que es practicada por todo tipo de perfiles sociales. "Desde ejecutivos a perfiles más humildes. Todo el mundo tiene posibilidades".
Sin embargo, "solo unos pocos están preparados para llegar a la punta de la pirámide, que es la competición".Para lograrlo, el esfuerzo y el sacrificio es esencial. Es el caso del aspirante a campeón del mundo, la esperanza española que ha forjado su carrera a base de humildad y trabajo: "El boxeo es un deporte muy sincero. Lo que tu le des, te lo va a devolver multiplicado".