El tenis ha ayudado a Martín De la Puente a completar el vacío que le causó la amputación de su pie izquierdo a los 8 años debido al Síndrome de Proteus. Una adolescencia marcada por más de una decena de cirugías, en las que el joven natural de Vigo (Pontevedra), halló en el deporte de raqueta una pasión que le llevaría a alcanzar sus sueños y convertirse en uno de los mejores tenistas paralímpicos de la actualidad.
"Me diagnosticaron el Síndrome de Proteus con 3 años. La única manera que había era ir operando, limando y cortando los huesos que crecían de manera grande". Así llegó su amputación en el pie izquierdo, que le llevó a descubrir el tenis en silla de ruedas gracias a su hermano.
"Como familia numerosa que somos, lo que hace uno lo hacemos todos. Él iba al club por las tardes, le acompañábamos todos". El entrenador de su hermano le enseño el deporte que le ha permitido viajar por todo el mundo y ser el primer español que gana un Grand Slam de tenis en silla de ruedas.
"Parecía un sofá con ruedas, pero lo probé, me gustó y ahí empezamos". Desde entonces, Martín logró "redirigir" su vida gracias al tenis. "Me ayudó mucho a completar eso que me faltaba en mi vida. Da alegría porque esta es la vida que quería. No me esperaba que tuviese estas piernas y silla para competir, pero me hace feliz".
Así ha logrado llegar a la élite del deporte paralímpico, alzando un US Open. "Poder llevarme el título me ayudó mucho y para creerme que se pueden ganar estos torneos". Una mentalidad que también le ha permitido disputar los Juegos Paralímpicos.
"Con 16 años, pude estar en Río y fue como estar en Disney por primera vez. Se respira deporte, nervios y competición. Te marca y te hace vivir experiencias únicas". Una experiencia que quiere repetir en París. "Es una cita especial. Me encantaría llegar a la cima del ranking mundial".
Pero más allá de la competencia y las ganas de ser el número uno, Martín es feliz al haber dejado atrás las múltiples operaciones. "Dejar el hospital a un lado y ver que estoy estable con la enfermedad me tranquiliza mucho. Lo que más pánico me daba de pequeño eran las cirugías y el proceso de recuperación. Estar tranquilo jugando da la vida e ilusiona".
Pero para llegar al momento de felicidad que vive a sus 24 años, Martín sufrió primero "un golpe de realidad" al quedarse sin una de sus piernas. "Es duro cuando te miras al espejo y ves que eres diferente. Te entran muchas dudas existenciales. Poco a poco vas viendo que no es malo ser diferente. Es positivo, que te ayuda a crecer".
A él le toco vivir esta situación con 8 años. "Quieras o no te marca y te curte. Pero me ha ayudado a madurar y aprender un poco de convivir la discapacidad. De ver que no hay ningún tipo de problema porque me falte un pie. Puedo jugar al tenis, puedo dedicarme a ello".