Rubén Carpenter, plata en la Olimpiada Internacional de Matemáticas: "Me llevo la medalla y haber descubierto mi vocación"

Las matemáticas y la física han llevado a Rubén Carpenter hasta Japón para representar a España en la Olimpiada Internacional de sus dos asignaturas favoritas. Una doble experiencia en tierras asiáticas que ha permitido al joven de 17 años regresar a Barcelona con una presea de plata y otra de bronce, pero sobre todo con el convencimiento de haber descubierto su vocación.

"A partir de las medallas he descubierto que me quiero dedicar a las matemáticas. He podido encontrar mi vocación", reconoce Rubén, quien se proclamó ganador absoluto en 2022 de la Olimpiada nacional de Matemáticas, organizada por la Real Sociedad Matemática Española, a la que se presentaron 5.000 alumnos de secundaria.

Tanto él como cinco estudiantes más representaron a España el pasado 8 y 9 de julio en la prestigiosa competición internacional dirigida a estudiantes preuniversitarios, donde participaron 618 participantes de todo el mundo.

"Las Olimpiadas son muy chulas porque no tiene ejercicios establecidos, a diferencia de la selectividad. Intentan innovar con los problemas. Cuando los estás haciendo tienes que hacer matemáticas y ver qué puedes aplicar", explica el estudiante, que ha cursado el Bachillerato Internacional.

Un tipo de prueba que tiene una duración de dos días, donde resuelven tres problemas durante cuatro horas y media en cada jornada. "Hay una parte importante de perseverancia e intentar llegar lo más lejos posible, pero también está la suerte", reconoce Rubén, que obtuvo 31 de los 42 puntos posibles y acarició el que hubiera sido el primer oro de la historia española.

"No significa que haya sido el segundo mejor. No hay solo una persona que saque un oro, una plata y un bronce. Este año había 54 medallas de oro, 90 de plata y 170 de bronce". Sin embargo, su resultado ha sido el mejor a nivel individual en los últimos 41 años de participantes españoles.

Un hito que no pudo conocer ni compartir con sus familiares al estar incomunicado en Japón, puesto que la organización requisa los móviles de los participantes por un tema de confidencialidad. "Cada país tiene unos líderes y traducen los problemas originales a nuestras lenguas. Ellos conocen los problemas y no quieren que nos lo pasen a nosotros".

Sin embargo, todos los participantes conocieron el resultado un día antes, excepto Rubén y un joven de Macedonia que participaban al día siguiente en la Olimpiada de Física. "No estuve en la ceremonia. De hecho, mi medalla de plata aún la tiene un compañero. Ellos sí que se quedaron y sabían cómo habían quedado, pero no me podían decir nada porque estaba en otro examen".

"Estaba muy contento de que me dejaran participar en ambas porque normalmente son en países diferentes y no coinciden". La Olimpiada de Matemáticas era en Chiba, mientras que la de Física en el centro de Tokio. Un trayecto de hora y media que acabó por convertirse en una auténtica aventura para el joven de Barcelona, que se desplazó sólo de un punto a otro.

"No tenía datos de Japón, iba con capturas de Google Maps. Tenía que coger tres metros diferentes y estaba lleno por la mañana. Hay algunas señalizaciones en inglés, pero no todas". En más de una ocasión acabó bajándose en paradas anteriores o posteriores a la de su destino. "Hacía mucho calor e iba cargado con la maleta. Tardé tres horas, pero todo quedó en una anécdota".

Bronce en Física

Una vez llegó al centro de Tokio, Rubén se enfrentó a otras dos jornadas de pruebas, logrando un bronce. "El primer día es teórico y el segundo experimental. En matemáticas intentan que los problemas sean elementales, mientras que en Física entra temario de segundo o tercero de carrera. Hay una parte más importante de estudio".

En su caso, no lo pasó del todo bien en la prueba experimental. "Uno de los problemas era de óptica y nos dieron un conjunto de piezas que no funcionaba del todo bien. Me dijeron que era culpa mía y que era parte del examen descubrir por qué no funcionaba. Perdí dos horas hasta que les convencí de que realmente no funcionaba y me dieron otro kit".

Una experiencia única, que recomienda a la gente, y que todavía asimila antes de irse a vivir a Estados Unidos, donde estudiará la carrera de Matemáticas en la Universidad de Yale. "Me costó realmente decidirme, pero allí hay bastante libertad en las asignaturas que haces. Me apetece, por ejemplo, hacer alguna cosa de Filosofía y seguramente haga un doble grado con Física", culmina.