Moctar Thera es senegalés, lleva media vida viviendo en Manresa (Barcelona) y es uno de los cientos de millones de personas en el mundo a las que les gusta jugar a fútbol. Hace más de veinte años coincidió en el trabajo con un argentino, de quien no hace falta decir cuál es su deporte favorito, y otros compañeros con los que compartían la misma afición, por lo que a menudo se encontraban para jugar pachangas en sus tardes libres.
Siendo muchos de distintas nacionalidades, pronto se fijaron en la belleza del fútbol como espacio de unión de culturas y quisieron compartir esos momentos con todos sus vecinos. Así nació, en 2004, el Mundialito Intercultural de Manresa.
"El Mundialito es una liga diferente a las demás, se juega entre familia, entre amigos", cuenta Moctar a NIUS con la emoción del primer día sobre esta competición en la que participan vecinos de esta ciudad de 19 nacionalidades, "lo importante aquí es conocerse con otras personas y otras culturas", insiste.
Este año, el Mundialito se juega entre los días 24 y 29 de junio en el estadio Nou Congost y en él participan doce equipos en la categoría absoluta, otros doce en la categoría de veteranos y seis más en la femenina. Todos visten la camiseta de sus respectivas selecciones y son vecinos de Manresa o de la comarca, el Bages.
"Hay gente que viene del mismo país y no se conocen, quizá se cruzan por la calle y ni se dan cuenta, pero luego participan en el Mundialito o vienen a animar a su equipo y se conocen", explica el organizador sobre la magia del evento.
De los más de 76.000 habitantes que tiene esta capital comarcal, casi 15.000 son extranjeros, rozando el 20 por ciento de la población manresana. Alrededor de noventa nacionalidades de todos los continentes conviven en esta ciudad.
Es sobre esta importante diversidad de lo que Moctar habla, "cuando la gente se conoce hay menos maldad y más amistad", asegura, el Mundialito "también beneficia a la ciudad" en este sentido. El principal objetivo del evento deportivo es la integración y el intercambio cultural.
Y el éxito del proyecto está en que "decenas de niños que veían a sus padres jugar", cuando la competición se celebraba en un campo de tierra, "ahora juegan ellos, sobre césped, y estoy muy orgulloso de ellos".
Lautaro Nicolás, argentino de 27 años, es "de esa generación que ha visto sufrir el campo de tierra", dice a NIUS. Vive en Manresa desde los cuatro años y desde pequeño esperaba la llegada del verano para ver a su padre jugar el Mundialito, ir al campo a animarle y vivir cada partido con toda la emoción desde la barandilla. Ahora es él quien se gira para ver a su padre ilusionado en la grada después de marcar cada gol.
"Es una locura ver a dónde ha llegado todo esto", explica sobre la profesionalización que ha visto en 19 años de historia del Mundialito: "Antes era más una competición de barrio, pero ahora va muy en serio". Aunque, asegura, lo más emocionante es "ver que el campo está lleno, encontrarte con otras culturas y oír a tanta gente animándote".
Debutó con dieciséis años en el primer Mundialito que ganó Argentina y entre sus compañeros de equipo se encontraba Aitor Ruibal, ahora delantero profesional de primera división con el Betis. Para Lautaro fue un momento muy emotivo, después de tantos años por fin saltaba al campo como jugador y, además lo hacía junto a su tío que, a día de hoy, con 47 años aun no se ha perdido un partido.
La victoria la celebraron de la manera más argentina posible, con un asado con todas las familias en casa de su padre que se ha quedado como tradición: "Formas un grupo muy chulo, te juntas con todos los argentinos y algunos días aprovechamos para hacer asado" cuenta sobre amistades nacidas gracias al Mundialito.
"Si ganan, bien, y si no ganan, da igual porque ya han pasado un buen rato conociéndose entre ellos" remarca Moctar.
En Manresa se vive cada año el ambiente de un verdadero Mundial justo al inicio del verano con este evento esperado por jugadores, familias y aficiones durante todo el año. Tanto es así que Lautaro confiesa que, al pensar en su verano, se planifica más la participación en el Mundialito que las vacaciones.
El equipo de argentinos se propusieron ganar en el torneo de 2022 para sentar un precedente de buena suerte para el Mundial de Qatar que se jugaría unos meses más tarde. "El resultado es que este año jugamos con las tres estrellas de Argentina en la camiseta", celebra el jugador, que confía en repetir los resultados del año anterior.
En esta ocasión, la competición va a ser más emotiva si cabe, pues los partidos se van a retransmitir en directo a través de YouTube por primera vez y a Lautaro le hace ilusión que su familia pueda verle jugar desde Argentina, "llevo más de seis años sin visitar a mis abuelos y tíos, así que ellos también tienen ganas de verme". Aunque ya pudieron seguirle hace unos meses cuando participó en la Kings League como jugador del 1K, el equipo de Iker Casillas.
Moctar tiene claros los objetivos del Mundialito y uno de ellos es que "ahora que no hay colegio los niños no estén todo el día metidos en casa", sobretodo aquellos cuyos padres no pueden apañárselas para llevarles a un casal o de campamentos: "Así cambian un poco su rutina y vienen con sus familias a ver los partidos y hacer algo diferente".
Pero esa desigualdad, entre los niños que tienen acceso a determinados espacios de ocio y los que no, se da durante todo el año. Es por eso que Moctar, junto a otros padres, montaron el FC Diapo en 2012, una ONG que permite a niños con menos recursos jugar a fútbol en la liga federada y en las mismas condiciones que el resto: "Todos los niños y niñas tienen el derecho de hacer deporte", asiente convencido de sus palabras.
Pagan muy poco, lo justo para remunerar a los entrenadores, pagar el seguro y las fichas de la federación, "y si alguno no puede, se busca la manera y juega igual". Se trata de que "cuando sus compañeros hablan en el recreo del partido que jugaron en el fin de semana, estos 180 niños y niñas también tienen sus historietas para contar, son uno más".
Y eso es lo que le llena el corazón a Moctar, que cada año piensa "esto lo voy a dejar porque esto es una cosa que te cansa mucho’ pero luego llega el momento" y sigue un año más.