Los vecinos del hombre de 250 kilos con Diógenes rescatado en El Prat observan estos días las tareas de limpieza con mucha pena. Conocen a Alejandro desde pequeño. Se crio junto a su familia en el piso del que fue rescatado. Su padre falleció hace cinco años y desde entonces vive solo en la vivienda. Trabajaba desde casa, "con ordenadores" según los vecinos y no salía por vergüenza que sentía ante su situación.
Alejandro tiene 48 años. Se alimentaba de comida que pedía a domicilio y daba órdenes a los repartidores para que la dejaran a primera hora de la mañana o a última hora de la noche en el rellano. Salía cuando se aseguraba de que nadie lo vería ante el pudor de que descubrieran las toneladas de basura que guardaba en su interior.
A lo largo de los días y los años, Alejandro fue acumulando los restos de su comida en casa. Tampoco salía, apenas podía moverse debido a su obesidad mórbida. Hace una semana, la acumulación de basura en el recibidor de casa fue tal que ya no pudo abrir más la puerta. Pasó la última semana sin comer ni beber porque la basura le impedía desplazarse. El miércoles por la noche llamó a los servicios de emergencias porque se encontraba mal. Estos no pudieron entrar por la puerta y los bomberos derribaron la ventana para poder rescatarlo.
Alejandro permanece ahora ingresado en el Hospital de Bellvitge, con una pierna gangrenada. No se espera que el alta sea rápida ya que también le están tratando en la unidad de psiquiatría.
Sus vecinos siguen apenados por la situación. Le conocen de toda la vida. Aseguran que "es un buen hombre" y que alertaron a los Servicios Sociales del Ayuntamiento de El Prat en varias ocasiones. Desde el consistorio confirman que los Servicios Sociales se personaron en el domicilio tres veces pero no hicieron seguimiento porque no les abrió la puerta.
El barrio contempla ahora sorprendido también por la ingente cantidad de garrafas de agua que evacúan del piso los equipos de limpieza. Cuentan en el bloque que hace dos años el parking del edificio sufrió goteras procedentes del piso de Alejandro. Este se negó a que el seguro entrara en su casa para reparar la avería. Pidió que le cortaran el agua. Y durante estos dos años ha vivido también sin agua corriente en casa, acumulando garrafas y sus propias necesidades.
"No se dejaba ayudar, le daba mucha vergüenza", repiten apenados. Sólo permitía el contacto de un vecino a quien respondía a los mensajes para confirmar que seguía "bien".
El Ayuntamiento de El Prat ha prometido cambiar los protocolos de los servicios sociales para que la situación no se repita.