"Las obras hacen compañía, nunca te sientes solo". Es el caso del coleccionista y crítico de arte Jordi Gimferrer, que ha convertido su pasión en "el legado de una vida". Ahora, a sus 89 años, ha decidido donar a Banyoles (Girona) su fondo de arte de 131 obras, en el que figura la primera pieza surrealista de Dalí o grabados de Picasso, Rembrandt, Goya, Tàpies y Miró.
La colección atesora pinturas, esculturas y piezas arqueológicas de finales del siglo XIX a la actualidad. Una recopilación de gran valor que pasará a manos de su ciudad natal, donde se expondrán públicamente sus reliquias en el núcleo del futuro centro de arte del municipio catalán.
"Era amigo de Dalí y teníamos una relación que ya venía de familia. Tengo un dibujo de Los Putrefactos, que hizo en el año 1927. Una vez le enseñé la adquisición y me dijo que era la primera obra surrealista que hizo en su vida", recuerda Gimferrer, quien empezó a coleccionar pinturas cuando estudiaba Químicas en la Universidad de Barcelona.
Lo que empezó como una actividad "a contracorriente" de joven, que le llevó a sufrir "varias broncas" por parte de su familia al considerar que "tiraba el dinero", cogió otra dimensión con la revalorización de sus adquisiciones.
"He acertado con los autores que han tenido una vida creativa como artista. Compré Les banyes del so, un aguafuerte sobre papel de Antoni Tàpies, en 1947, y lo he guardado toda la vida", admite Gimferrer sobre las obras de unos autores predominantes en el panorama catalán y español, con los que acabaría desarrollando un vínculo personal.
Es el caso de Pablo Picasso, artista del que posee un retrato del compositor Enric Moreira, su primera obra en Els Quatre Gats, un establecimiento hostelero que se convirtió en uno de los lugares de referencia del modernismo catalán. Allí, Gimferrer compró por una peseta en 1990 "la única pieza" que quedaba hasta la fecha en manos privadas de su primera exposición pública.
Un sinfín de creaciones, que esconden auténticas historias entre sus creadores y, posteriormente, coleccionistas. Como ocurrió con Miró, a quien conoció en el Moulin Rouge de París en 1968. Un encuentro que acabó con la invitación del crítico de arte a su exposición en la Sala Gaspar de Barcelona, donde le dedicó dos tintas de su serie Las esencias de la tierra.
"Fui con Joan Perucho, amigo y poeta. Él iba mirando los cuadros uno por uno y de golpe se puso en medio de la sala, que estaba llena y gritó: 'Jordi, el arte es un gran misterio'. Estaba con los brazos cruzados y los ojos blancos, pero Miró vino corriendo a abrazarnos. Fue muy bonito", rememora Gimferrer.
La donación incluye todo tipo de pinturas contemporáneas. Pintores románticos como Modest Urgell y Marià Fortuny; los modernistas Ramon Casas, Isidre Nonell, Joaquim Mir, Arístides Mallol o Josep Llimona y noucentistes como Joaquim Sunyer.
De la vanguardia española también destacan El grupo Dau al Set, representado de forma excepcional con obras de Antoni Tàpies, Modest Cuixart, Joan Ponç o Josep Tharrats. Y también tiene una presencia remarcable el grupo El Paso, con autores como Antonio Saura, Manuel Millares o Juana Francés.
Precisamente, de Juana Francés ha sido su última adquisición, La Tierra: "Lo he comprado pensando en el Museo de Banyoles. Se exhibió en el Guggenheim de Nueva York y después estuvo en la Bienal de Venecia en 1960".
En su catálogo también figuran artistas de las últimas décadas como Joan Genovés, Eduardo Chillida, Joan Brossa, Albert Ràfols-Casamada, Miquel Barceló, Perejaume o Jaume Plensa. Tampoco faltarán muestras de arte africano, oriental, o arqueología egipcia, griega, romana y de Babilonia.
"Cada cuadro tiene una historia. He procurado, independientemente de la colección, conocer a los autores, hablar con la gente y artistas y de este modo aprender. El arte es una cosa que te emociona o no. Como he tenido esta suerte de tener gente muy sensible, han sido mis auténticos maestros", añade Gimferrer.
"He tenido suerte, los artistas que he ido comprando no tenían éxito en un principio. Las obras de Saura, Tàpies y esta gente se adquirían muy fácil y ahora una de Chillida u otras valen una fortuna", detalla Gimferrer sobre un ámbito que también le pasó malas jugadas.
"El mundo del arte vale mucho dinero, eso significa que hay corrupción. Cuando empiezas siempre tienes problemas y tienes más posibilidades de llevarte algún susto. Con el tiempo vas aprendiendo y es muy difícil que te timen con algunas obras. Me ha pasado alguna vez, pero al principio", expone.
Ahora, a punto de cumplir 90 años, reconoce que esta parte de su vida llega a su fin. "Las obras son un misterio, blanco o negro, buenas o malas, no hay un término gris. Dono mi colección en homenaje a la gente de Banyoles. Es mi pueblo y lo quiero".
El edificio donde se exhibirá esta colección será en Can Tarradas, diseñado el 1975 por el arquitecto Jeroni Moner y que ha sido adquirido recientemente por el Ayuntamiento.
"Los críticos de arte nos han dicho que Banyoles se pondrá en primera fila del panorama artístico nacional. Ha sido un regalo de Reyes, aunque la carta la tenemos escrita desde hace dos años", explica el regidor de Cultura, Miquel Cuenca.
En primera instancia, la voluntad inicial de su propietario era dar su colección a una destacada institución museística nacional, aunque el consistorio aprovechó para tratar de convertir un "sueño incumplido" de Gimferrer, que se culmina tras dos años de negociaciones.
"Sabía que tenía una espina 'clavada' con el Museo de Arte Contemporáneo de los Países Catalanas, un proyecto que se abortó en 1970. Le comenté esta segunda oportunidad. Nos dijo que le parecía bien ceder dos o tres obras", expone Cuenca.
No obstante, la historia cambió al siguiente día. "Me llamó diciendo que no había podido dormir en toda la noche y que nos daría 25 obras porque quería recuperar un viejo sueño, pero se fue emocionando y la semana siguiente ya eran 100. Tenía ganas de que la colección no se marchase de la ciudad". Un sueño que se convertirá realidad en menos de tres años.