El Colegio Sant Josep de Sant Hilari Sacalm (Girona) alerta de que está "tocado de muerte" y podría tener que cerrar sus puertas definitivamente antes de que termine el curso. La Generalitat de Catalunya ha retirado una parte de la subvención "a mitad del curso" y las familias alertan de que, sin esa ayuda, el gasto es inasumible y "el proyecto inviable".
Por eso no descartan el cierre definitivo de las instalaciones. Una medida de urgencia que implicaría que 250 alumnos se quedaran sin centro educativo y pendientes de reubicación en mitad del curso escolar.
"El Colegio está en la UCI desde el 9 de noviembre de 2022", asegura la asociación de padres y madres que gestiona el centro de forma voluntaria. Es la fecha en la que el Departamento de Educación publicó en el Diari Oficial de la Generalitat (DOGC) la no renovación de una parte de la ayuda pública por no llegar al número de alumnos mínimo en uno de los cursos, tercero de la ESO.
El concierto educativo que la Generalitat ha retirado al centro "de un día para el otro", a mitad del curso, implica una pérdida económica que asciende a 72.000 euros. Una cifra que, según el centro, tendrían que asumir las familias para salvar el proyecto.
"Para poder sobrevivir, las propias familias tendrían que doblar la cuota que ahora están pagando", explica a este diario el portavoz de la asociación de padres, David Ruiz. Una medida que no contemplan porque "no todas las familias del centro pueden asumir una subida tan impresionante de la cuota".
Por su parte, fuentes del Departamento de Educación aseguran a NIUS que el concierto educativo se ha retirado a medio curso porque la administración esperó durante las primeras semanas de clase por si había más matriculaciones y se llegaba así al mínimo de 20 alumnos.
Educación asegura que la cifra de 20 alumnos por clase es el mínimo legal por normativa para que una escuela pueda mantener su ayuda pública, independientemente de que sea a mitad de curso. Según la administración, la pérdida de concierto entrará en vigor a partir del 1 de diciembre.
El Colegio Sant Josep de Sant Hilari está dentro del 31,5% de centros educativos catalanes concertados. Los centros subvencionados con fondos públicos reciben 3.394 euros de los 5.610 euros que vale una plaza pública. A partir de aquí, las escuelas concertadas pueden cobrar cuotas a las familias por distintos motivos: la sexta hora educativa, servicios de acogida y comedor, así como por las actividades extraescolares.
La particularidad del Colegio Sant Josep es que no forma parte de ninguna congregación o fundación, sino que está gestionado directamente por las familias de los alumnos, de forma voluntaria: "Económicamente, no nos sale a cuenta", añade Ruiz.
De hecho, desde el centro han solicitado en numerosas ocasiones la posibilidad de convertir el Colegio, con más de 50 años de historia, en un centro público. Una propuesta que el Departamento de Educación ha rechazado "por cuestiones técnicas como la medida de nuestro patio", precisa el portavoz de las familias.
Según explica la entidad que gestiona el centro, si el Colegio Sant Josep cierra de forma definitiva, el municipio - de casi 6.000 habitantes - se quedaría con una única escuela, considerada de alta complejidad, y un único instituto, en este caso de máxima complejidad.
Es por eso que familiares de los alumnos y también los vecinos del pueblo han convocado una manifestación para el próximo viernes 18 de noviembre, bajo el lema "salvemos el Colegio Sant Josep".
No es la primera vez que una escuela concertada inicia una batalla contra el Departamento de Educación debido a la retirada de un concierto educativo. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) obligó a la Generalitat en 2020 a devolver las ayudas públicas a once escuelas de primaria que segregaban por sexo.
El auto judicial justificó la decisión al asegurar que la pérdida del concierto supondría que las familias deban asumir el coste de la educación y que algunos padres cambien a sus hijos de escuela en la situación actual de crisis económica.
Algo que "afecta a los alumnos, que se verán apartados de sus compañeros y deberán adaptarse a la metodología del nuevo colegio" en un proceso de adaptación que "requiere un tiempo más o menos largo y que puede, incluso, repercutir en sus resultados académicos".