Los conejos del Turó Park de Barcelona: de una estampa bucólica a una potencial plaga peligrosa
El consistorio ha detectado una superpoblación de los roedores en el perímetro del parque
Los vecinos temen que se conviertan en una plaga difícil de controlar
Indignación en las redes por un vídeo que muestra una plaga de ratas en el centro de Barcelona
Hace meses que los vecinos del Turó Park de Barcelona conviven con unos nuevos inquilinos. Decenas de conejos se han dejado ver, e incluso grabar, paseando por el emblemático parque de la capital catalana.
Sin embargo, lo que comenzó siendo una atracción para los habitantes de la zona está empezando a convertirse en un problema. “La primera vez que vi uno me pareció monísimo: un conejito con su cola blanca”, recuerda María Luisa, vecina del parque. “Cuando supe todo lo que podían provocar, cambió la cosa”, añade.
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Población descontrolada
Antes de la primavera los usuarios del parque habían atisbado algún ejemplar. Entonces, eran un entretenimiento para los niños, que jugaban a buscarlos entre las plantas. Pero desde que llegó el calor se les puede ver correteando por las zonas verdes cada día, sobre todo a las horas en las que el parque está menos transitado.
La población de estos roedores en el Turó Park se ha multiplicado rápidamente en los últimos meses. “Se reproducen, literalmente, como conejos”, explican los vecinos. El ayuntamiento de Barcelona ha reconocido que se ha detectado una superpoblación de conejos en la zona.
De momento se desconoce la cifra exacta, pero se estima que podría llegar a haber cerca de un centenar de conejos en el parque del barrio de Sant Gervasi-Galvany. Los técnicos municipales de Parques y Jardines apuntan que se trata de una situación reciente y que “han proliferado en muy poco tiempo”.
Problemas de mantenimiento e higiene
Bartolomé Criado, presidente de la Asociación de Vecinos y Comerciantes del Turó Park, señala que la presencia de este animal provoca un problema de mantenimiento del parque, así como un riesgo para la salud e higiene. Les preocupa que el aumento de la población de conejos suponga un nuevo foco de parásitos y de transmisión de enfermedades dentro del recinto. “Hay deposiciones y orines por todo el parque, también en las zonas en las que juegan los niños”, detalla.
Asimismo, explican que los animales “están destrozando” parte de la vegetación del parque. “Los técnicos repueblan y se lo vuelven a comer”, asegura Bartolomé. “El problema es que la gente tiene la imagen idílica de los conejos y desconoce los daños que pueden generar”, añade.
El origen, el abandono
Todo apunta a que el origen de los conejos fue el abandono de algún ciudadano. Desde el consistorio señalan que se trata de conejos de campo o silvestres, por tanto, el parque no es su hábitat natural. Una irresponsabilidad que puede alterar peligrosamente la biodiversidad del entorno. “Tuvieron que ser al menos dos, porque uno solo no se reproduce”, deduce María Luisa.
La asociación de vecinos ha puesto en conocimiento de las autoridades competentes la problemática. Temen que los conejos se puedan llegar a convertir en una plaga difícil de controlar. De momento, los técnicos están observando la situación para valorar si se debe tomar alguna medida para proteger el hábitat del parque y el bienestar de los animales.
Un parque con conejos y sin perros
Curiosamente, la zona en la que se ha localizado la colonia de conejos está prohibido el acceso a los perros. Hace cinco años que el ayuntamiento de Barcelona restringió la entrada al parque a las mascotas y se habilitó una zona a algunos metros, en la calle Ganduxer.
Desde entonces, algunos vecinos que tienen perro se movilizan cada semana para reclamar que el Turó Park vuelva a ser un espacio en el que poder pasearlos. Uno de ellos, Álvaro, reconoce que a él los conejos “no le han supuesto ningún problema”, pero que cada vez visita menos el parque porque no puede ir con su mascota.
Es uno de los muchos vecinos que denuncian, además, el estado en el que se encuentra el Turó Park “desde hace tiempo”. “Tenemos también ratas”, dicen. Los conejos han sido los últimos ocupantes inesperados en llegar.