La llegada de la pandemia del coronavirus precipitó la entrada de Marta Izquierdo al mundo laboral sanitario. En marzo de 2020, la ahora investigadora terminaba sus estudios de auxiliar de enfermería cuando recibió una propuesta para trabajar en un centro covid que acababan de abrir.
Era su primera experiencia como sanitaria y se encontró una situación que le impactó: el caso de un paciente ingresado con daño cerebral, que apenas podía hablar ni moverse a voluntad. “El joven tenía un teléfono móvil, pero con las medidas covid, los EPI y las restricciones de contacto en superficies, los profesionales no podían ayudarle a usarlo para contactar con su familia”, recuerda Izquierdo.
El trato con pacientes muy dependientes en situación de aislamiento fue para ella una experiencia sobrecogedora. “Me chocó mucho y me di cuenta de que no había nada en el mercado para poder ayudarlos”, explica. En ese momento, decidió crear Mirou, una aplicación de videocomunicación para personas con altos niveles de dependencia.
“Personas que no pueden moverse ni hablar libremente: con un estado avanzado de Parkinson, demencia, Alzheimer, daño cerebral…” pueden beneficiarse de una herramienta de este tipo. Un colectivo muy amplio y “muy invisibilizado”, según Izquierdo. Después de ese primer caso, en estos dos años ha visto muchos más en la misma situación.
La pandemia ha ayudado a visibilizar una realidad que ya existía. “El hecho de no tener a nadie que pueda entrar a la habitación con un dispositivo, ha hecho mucho más visible que estas personas son vulnerables, que dependen de otras y que no tienen recursos en su día a día para conectar con sus familiares”, relata la investigadora. Por eso, considera que sus necesidades han sido ignoradas por el ámbito tecnológico: “que no puedan hablar ni quejarse no significa que no sientan. Su sufrimiento está invisibilizado porque pueden expresarlo de manera convencional”, añade.
La idea es que de una manera muy sencilla, Mirou les pueda poner en contacto con sus familiares: a través de un código, el dispositivo se descuelga sin necesidad de pulsar ningún botón. “La aplicación ayuda a los pacientes, que podrán conectarse con el mundo exterior sin intervención de terceras personas, pero también a los sanitarios, que podrán centrar esfuerzos en sus ocupaciones sin tener más carga asistencial”, matiza Izquierdo.
Para ella, la parte emocional es un elemento clave en el trabajo de los profesionales sanitarios. “El cuidado del paciente va más allá de la parte puramente médica; el hecho de que un paciente pueda conectar con su familia es imprescindible para su bienestar”.
Antes de decantarse por el mundo sociosanitario, Marta Izquierdo se había licenciado en Antropología. La falta de empleo le llevó a estudiar a la vez el grado de auxiliar de enfermería y un máster en Diseño de Interacción y Experiencia de Usuario. La conceptualización de Mirou fue parte de su trabajo final máster. Con ella, conseguía aunar su pasión por el mundo sociosanitario, su experiencia en él y sus estudios en antropología y diseño de interacción, por ello, considera que esta aplicación es “su proyecto ideal”.
Tras haber probado, con éxito, un prototipo a pequeña escala, la aplicación se encuentra en fase de desarrollo. Marta trabaja en ella, ahora desde Inglaterra, donde actualmente ejerce como investigadora de usabilidad para una compañía, junto con un equipo formado por un diseñador gráfico y un desarrollador de aplicaciones. “Nuestro principal problema ahora es la financiación, pero esperamos poder sacarla al mercado en un plazo máximo de un año”, concluye.