Sant Roc es uno de los barrios más deprimidos de Badalona donde las ocupaciones y los desalojos están a la orden del día. A pocos metros del barrio desalojaron la nave ocupada en la que vivían decenas de inmigrantes sin papeles. Conscientes de la problemática, cuatro jubilados trabajan activamente para que las familias puedan mantener sus viviendas. Son Enric, Carles, Ginés y Pepe que cada semana se las ven con capitales de inversión y fondos buitre para evitar un nuevo desalojo. Lo consiguen en la mayoría de los casos.
La Plataforma Sant Roc Som Badalona nació hace una década como asociación sociocultural creada para dinamizar la vida del barrio con conciertos y actos sindicales. Pero pronto vieron que los vecinos tenían necesidades más urgentes.
"Pepe, un conocido activista del barrio, y yo somos parte del equipo fundador", explica Carles Sagués, secretario general de la plataforma a quien le hace gracia que se haya dado a conocer con la imagen de los cuatro jubilados al frente de la entidad: "Somos 60 voluntarios pero nosotros cuatro estamos más implicados porque nos hemos jubilado hace poco y tenemos más tiempo", reconoce.
Al ver el volumen de familias que eran desalojadas, decidieron ayudarles. Hablaban con ellos, les aconsejaban, les acompañaba a los servicios sociales y les indicaban los pasos a seguir. Su labor empezó a conocerse por el barrio de modo que tuvieron que poner orden a las peticiones de ayuda. Cada lunes colocaban una mesa de camping y unas sillas en la calle y se formaban largas colas: "La mayoría son familias con niños que no pueden pagar el alquiler porque la propiedad les ha subido el precio", explica. Desde hace cinco años se dedican en exclusiva a frenar desalojos.
Ahora ya lo hacen desde una sala en un centro cívico que les ha cedido el Ayuntamiento de Badalona. En vez de hacer cola, los vecinos piden cita previa y esperan su turno en una lista de espera. El afán por ayudar a los vecinos más desfavorecidos se mantiene intacto.
"Atendemos a unas 25 familias cada semana", explica Carles. "Sant Roc es un barrio con mucha inmigración y diversidad. Por desgracia, las personas con un apellido extranjero tienen difícil para acceder a un contrato de alquiler, aunque tengan trabajo", explica.
Sant Roc es también un barrio con un alto porcentaje de ocupaciones. La plataforma matiza los datos: "Tenemos la imagen de que los okupas son gente sucia que destroza propiedades, cuando el 95% de casos que atendemos son familias que no pueden pagar el alquiler con hijos a su caso. Tampoco encuentran otro piso de alquiler. Si te vieras en la calle con hijos pequeños, ¿Qué harías?", interpela.
La plataforma subraya que la mayoría de negociaciones son con grandes propiedades. "Logramos que la mayoría de desalojos se aplacen", se enorgullece: "Realizamos gestiones que no puede hacer todo el mundo, como contacto con la propiedad o con un abogado. Muchas veces conseguimos aplazar el desalojo. Ahí entramos en otra fase que es negociar un alquiler social para la familia. Cuestan pero lo vamos consiguiendo. No todos los fondos tienen el mismo talante", explica.
"Los fondos de inversión compran un paquete de propiedades, que incluye pisos en Pedralbes pero también este tipo de propiedades. Hablamos con sus intermediarios, que son las gestorías, y les explicamos que no van a poder cobrar el alquiler que piden en Sant Roc y que les conviene un alquiler social porque al día siguiente de vaciar el piso habrá otro ocupa", argumenta.
Los pequeños propietarios son la excepción: "Habremos visto 7 u 8 casos y hacemos de mediadores. Explicamos a quien vive que debe irse porque el propietario necesita el dinero", cuenta Carles.
Sant Roc Som Badalona denuncia que la dificultad en el acceso a la vivienda está favoreciendo la proliferación de mafias por las dificultades en el acceso a la vivienda: "Cuando vemos que alguien tiene 3 o 4 pisos realquilados, desaparecemos y si es víctima de una mafia les contamos que lo tiene muy difícil para salir porque si no les pagan les pueden hacer daño. Aquí entran los mossos", relata.
Carles recuerda decenas de casos emotivos. "Lloramos abrazados cuando conseguimos un alquiler social porque sabemos que la tranquilidad para la familia es brutal", destaca y recuerda el caso de una familia con dos niños que tuvo que dormir en el coche: "Él trabajaba de camarero en Barcelona pero no encontraban ningún contrato de alquiler. Conseguimos un alquiler social en unos pisos de una entidad bancaria y viven allí desde hace tres años. Cuentan que cada vez reciben más peticiones de ayudas de barrios cercanos como Sistrells o La Salut.