Benita Romero tiene 73 años, vive en Lebrija en Sevilla y tejía para hacer su propio ajuar cuando aún era una niña; Rafi Vallejo es mucho más joven, vive en Córdoba capital y se ha convertido en toda una influencer del punto y el croché. Dos generaciones de tejedoras separadas por décadas y unidas por las agujas.
Rafi es Maríatrapillo en las redes. Bajo ese nombre la joven cordobesa se reconvirtió del reciclaje de cartuchos de tinta al mundo del ganchillo 2.0 montando un negocio de venta de materiales por Internet. Hacía muchos años había aprendido a tejer junto a su abuela, en Charilla, una pequeña aldea de Alcalá la Real. "Yo tenía siete años y me ponía en la puerta de casa con mi abuela para que me enseñara a tejer", nos cuenta Rafi.
Hay algo de nostalgia en cada punto que se viene a la memoria. Los recuerdos de Benita son los del campo en el que trabajaba con 12 años. "En el descanso los hombres fumaban y nosotras hacíamos esto (tejer) y así aprendí", recuerda. "Nos llevábamos una talega con el hilo, la lana y las agujas", explica Benita a la que sus amigas le enseñaron a hacer toallas, manoplas... y así poco a poco cada una de ellas se iba haciendo el ajuar para la boda.
"Mi abuela me cosió una colcha para el día que me casara", dice Rafi, pero ahora eso no se suele hacer. Ella se dedica sobre todo a tejer alfombras de trapillo, mantas o cestitas. "Las cestas se piden mucho para los recién nacidos", nos comenta. Todo ha cambiado, los hilos, los patrones... y por supuesto Internet que también ha llegado al mundo del punto. Cada día Rafi cuelga sus trabajos en su perfil de Instagram para que los vean 90.000 seguidores.
Benita también tiene seguidores, su familia para la que teje. Su nieta de poco más de un año ya tiene algunas prendas de su abuela. "Se hacen los trajes de bebé, los baberos, ropa para recién nacidos", explica Benita. Sin embargo hacer un jersey, juegos de cama... "es más barato comprarlo que hacerlo a mano y son muy trabajosos". Pero entonces, ¿por qué se sigue tejiendo hoy en día?
"Tejer es el nuevo yoga", explica Rafi que antes daba clase a gente joven que quería aprender la técnica. Pocos buscan ahorrarse un dinero haciendo su propia ropa o mantelería. La mayoría buscan la desconexión que supone ponerse tras las agujas... y en eso Benita y Rafi tampoco coinciden. "La cabeza está ocupada en lo que estás haciendo y dejas de pensar en otras cosas", explica Rafi.
"A mi no me relaja", dice Benita, "porque quiero terminar todo muy rápido y termino a las tantas con nervios". En cambio el punto sí le resulta más relajante "porque vas dando vueltas, y sin prisas, sabes que no se deforma; el croché se desbarata si te descuidas, por eso hay que terminarlo pronto".
Relaje o no, lo cierto es que tejer engancha y en eso sí están de acuerdo las dos generaciones. "Yo llevo dos días sin hacer ganchillo y ya lo necesito", confiesa Rafi. "Mejor reunirse para eso que para otras cosas", explica Benita que asegura que "las modas vuelven y así no se pierde la tradición".