"Yo solo tenía mi martillo y mi imaginación", dice Juan Hurtado, y así ha levantado Hurtan, una empresa que desde Granada vende por medio mundo coches de lujo que han salido de su cabeza, tanto clásicos como modernos. Un sueño que cumple más de 30 años pero que nació muchos, muchos años antes.
Juan Hurtado era solo un niño obsesionado con los pocos vehículos que cruzaban su pueblo, Abla en Almería. Cada vez que escuchaba un motor salía en su busca y tenía suerte porque su casa estaba en una de las dos avenidas del pueblo que eran lo suficientemente anchas para que pudieran circular coches. Si no pasaba ninguno, se construía uno propio con trozos de cartón y se paseaba con él por las calles. Cuando no estaba haciendo coches estaba soñando ellos.
Siempre en el taller de su padre, un emprendedor que fue calderero, cervecero y hasta fabricante de hielo... y desde todas sus profesiones se convirtió en un referente para Juan que le acompañaba en cada viaje de trabajo. "Me gustaba sobre todo ir a Granada, me enamoré de Granada y se convirtió en otra obsesión", explica Juan.
Entre Granada y los coches se encontraba el sueño de Juan cuando Tarrasa se cruzó en su camino. Su familia decidió hacer el viaje que otros familiares habían hecho antes a Cataluña en busca de un futuro mejor. Con 15 años Juan se pone a buscar trabajo. Quería esquivar cualquier empleo que no tuviera que ver con las cuatro ruedas y así llegó a un polígono donde "un sonido me puso los pelos de punta", recuerda Juan. Eran martillazos sobre chapa para construir cabinas de camiones. Allí mismo le hicieron una prueba. Tenía que fabricar una puerta de camión y no solo la superó, impresionó a los dueños que enseguida le contrataron. 250 pesetas a la semana y una escuela donde aprendió todo lo que aún no sabía sobre la fabricación de coches.
Estuvo algunos años más en Cataluña trabajando en otras empresas. Participó en la fabricación de varios vehículos y llegó a organizar la fabricación de algunos Seat 800 de cuatro puertas, es decir, el 600 largo. Pero llegó el servicio militar y con él una parada en su profesión que acabó convirtiéndose en el mejor giro de su destino.
En uno de los permisos fue a ver a la familia y terminó conociendo al amor de su vida que le recordó que sus sueños eran dos: los coches y Granada, de donde era ella. Así que tras el servicio militar los unió todos e inauguró un taller de chapa y pintura, primero en Guadix y más tarde en Granada capital.
En ese taller había una cortina y tras ella, un letrero: "sección prototipo". Allí, sobre la base de un Seat 133, el sueño de Juan tomaba forma. "Estaba tan convencido de lo que quería que registré el nombre de la empresa antes de construir mi primer coche", nos cuenta Juan. Fue un camino lento, pero ese primer coche llegó; un clásico que acabó saliendo en el periódico en cuanto echó a rodar y con la publicidad llegaron siete encargos para construir nuevos coches. Cada uno costaba 13.000 euros.
Hoy los coches de Hurtado se pueden ver en países como Rusia, Estados Unidos o Alemania y pueden llegar a costar cerca de 60.000 euros. Sus hijos se han incorporado al negocio modernizando la fabricación de los coches que van desde clásicos a deportivos e incluso caravanas. Y todo sale del sueño de un niño que fabricaba coches de cartón y se emocionaba cuando oía sonar por su calle un motor.