Toda la historia del cementerio de Lanjarón cabe en un solo nicho, el de Carmen Rodríguez García, la primera mujer enterradora de España. Aquí llegó por amor y aquí la muerte le cambió la vida.
Fue en 1967. Su marido, el sepulturero de Lanjarón murió a finales de octubre, justo antes del día de Todos los Santos. Aquello le obligó a hacerse cargo de todo provisionalmente. Lo primero fue cobrar los últimos encargos de su marido: las lápidas que había limpiado para ese año y las flores que había colocado.
Aquello fue fácil, lo difícil vino después, sobre todo con tres hijos: el más pequeño, Cayetano, de tan solo seis años. Para mantener a su familia limpiaba el cementerio, cuidaba las flores y cavaba los hoyos cuando no había fallecimientos. "Siempre había que tener dos o tres medio preparados", recuerda ahora su hijo Cayetano.
Los nichos le costaron algo más. Al principio llamaba al albañil, pero poco a poco fue aprendiendo a hacer yeso con sus manos y terminó acabándolos ella misma. Sin ni siquiera darse cuenta, Carmen acabó siendo la enterradora de Lanjarón.
Cuando llegaban las fechas y el trabajo se acumulaba, la familia siempre echaba una mano, sobre todo su nuera Maricruz que ayudaba con las flores. Y mientras tanto, su hijo Cayetano siempre estaba cerca, siempre atento a cómo trabajaban. "Era muy cariñosa, le gustaba mucho reír", recuerda ahora su hijo, que pasó su infancia entre nichos y tumbas.
El 3 de febrero de 1996, cuando Carmen se jubiló, Cayetano se hizo cargo del cementerio. También el día que murió su madre. "Enterramos el mismo día a mi madre y a otro familiar", cuenta a NIUS. Un albañil se ofreció para ayudarle con el nicho de su madre pero después de los pésames el propio Cayetano vino a acabar el trabajo.
Hoy Elena, la hija de Cayetano y la nieta de Carmen, se ha incorporado también al cementerio. "Su primer entierro le tocó justo frente al nicho de su abuelo y de su abuela", recuerda Cayetano con cierto orgullo. Más de medio siglo separan a Carmen y a su nieta Elena. Dos generaciones que viven y vivieron marcadas por la muerte.