Les cae el techo de su casa encima en Chiclana: “Es un milagro que mis padres estén vivos”
La mujer le estaba poniendo el oxígeno cuando cayó el techo
Los vecinos rescataron al hombre sepultado bajo los escombros
Ni el seguro ni el ayuntamiento se hacen cargo, mientras siguen pagando 650 euros de hipoteca
El fuerte estruendo, como una bomba, sacó a los vecinos de la calle La Vid, en Chiclana, de sus casas. Al salir se encontraron con la de Ramón y Pilar, de 65 y 60 años, al descubierto. El techo se les había caído encima.
Compraron la vivienda hace solo tres años. Han vivido toda la vida en el campo hasta que decidieron estar más cerca de sus hijos. “Aquí encontraron una casa con una sola planta adecuada para mi padre”, cuenta a NIUS Meri Sarria.
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Ramón, ha dedicado su vida a conducir las máquinas que limpian la calle y, Pilar, siempre ha trabajado limpiando en empresas. Desde hace 9 años, él padece demencia senil como consecuencia de un ictus y a día de hoy sufre ataques epilépticos. Desde entonces, su mujer lo cuida.
Este domingo, 17 de octubre, a Ramón le comenzó a dar un ataque. Entonces, ella se levantó y le puso el oxígeno. En ese momento, el techo se cayó encima. “No sé cómo están vivos, tienen un ángel de la guarda”, repite la hija. Pilar, desplazada por una viga, pudo salir pidiendo auxilio, mientras Ramón quedó en el sofá sepultado por los escombros.
El seguro no se hace cargo
Los vecinos actuaron muy rápido y lo sacaron a la calle para cuando llegaron los servicios de emergencias. La tragedia para esta familia no termina aquí. “El seguro no se hace cargo y el ayuntamiento tampoco”, asegura Meri. Tienen una hipoteca de 650 euros y sin casa.
No entienden, cómo hace 3 años, un perito confirmó que la casa estaba en perfecto estado y habitable. Por eso la compraron. “No tenía ni una grieta ni nada, solo hace un mes vimos unas gotitas de agua y nada más”, explica. Según los bomberos, el forjado del salón ha cedido por rotura a flexión de dos vigas y la familia cree que este problema ya estaba cuando la compraron.
Por el peligro de derrumbe, no pueden entrar ni a recoger las medicinas, ni la ropa ni las fotos que recuerdan lo vivido. Ahora mismo están en un piso social en el que vive Meri con su hijo, gran dependiente. “Aquí mi madre se muere, no cabemos, esto es muy pequeño”, confiesa. Al mismo tiempo, Pilar, tiene fracturas en la vértebra que le obliga a hacer reposo. Aunque la herida que más le duele es la de haber perdido su "nido de amor", cómo llamaba a la primera casa que pudieron comprar después de toda la vida juntos.