Francisco no va a olvidar jamás el día que cumplió los 84 años. Fue el pasado 10 de diciembre, justo el día en el que tendría que entrar por tercera vez a quirófano, por una dolencia que lleva un tiempo molestándole.
Las Navidades estaban cerca, y la posibilidad de que el ingreso en el hospital se alargara, perturbaba un poco la tranquilidad de este vecino de Puerto Real, en Cádiz: "Le preocupaba quedarse ingresado y no poder dar el aguinaldo navideño a sus nietos", dice su hija Teresa.
Sin pensarlo, cogió las botellas de plástico de dos litros que tenía en casa llenas de monedas y se fue hacia el banco para cambiarlas. Esa es su forma de ahorrar, "va juntando de las vueltas en monedas de uno y dos euros", y así consigue pasar una buena feria y alegrar a los suyos con algún que otro detalle.
El problema es que Francisco ya se había tomado los tranquilizantes previos a la operación y no estaba tan hábil como de costumbre. Consiguió llegar al banco y cambiar el dinero: le dieron un sobre con 1.000 euros y un resguardo. Pero sin saber cómo ni por qué, lo perdió por el camino.
"Se operó por la tarde y decía que estaba muy nervioso y que no había dormido nada", recuerda su hija, quien no supo nunca la preocupación que su padre llevaba por dentro. La operación salió bien y al día siguiente Francisco pudo volver a casa.
Nunca dijo nada. Volvió a vaciar una de esas botellas y comenzó con su recaudación, hasta que 13 días más tarde la historia dio un giro inesperado: "Llamaron a la puerta y era un matrimonio venezolano que preguntaba por Francisco Andréu".
Cuando ya lo daba por perdido, la generosidad de un matrimonio recién llegado al pueblo, le devolvió la fe y la ilusión. Habían encontrado el sobre y habían estado todo este tiempo buscando al dueño: "Mi padre es muy conocido en el pueblo y eso les ha facilitado el dar con él, lo que pasa es que al estar recuperándose de la operación, no había vuelto a salir de casa".
Ni falta que le hizo, porque la generosidad llamó directamente a su propia puerta. "Se pasó días llorando por lo que había acumulado dentro, y nosotros sin saberlo", lamenta la hija, que tras el gesto consiguió ponerse en contacto con el matrimonio.
El matrimonio regenta una tienda de golosinas en el pueblo desde hace un par de años: "Encontramos el sobre en la esquina de la calle donde tenemos la tienda, sobre las 8:30 horas de la mañana, justo antes de abrir", cuenta Carolina Contreras, la mujer que localizó en dinero. Fue Antonio, su marido quien cogió el sobre, "nos sorprendió ver tanto dinero", dice ella.
La suerte fue el resguardo del banco que llevaba dentro con nombre y apellido, "esa fue la pista que tuvimos", recuerda. Comenzaron a preguntar a personas siempre de confianza, rastrearon redes sociales y acudieron incluso a la Hermandad a la que habían averiguado que pertenecía Francisco.
Con la ayuda de algún que otro vecino consiguieron dar con la dirección. "Fuimos una vez y no estaba, así que volvimos hasta que por fin lo conseguimos", un gesto que mereció la pena, porque el momento que vivieron no lo van a olvidar fácilmente: "Se quedó primero sorprendido y después se le salieron las lágrimas".
Aseguran que siempre tuvieron claro que lo devolverían, porque "el dinero no era nuestro y alguien lo estaría buscando". Y así fue, un duro trabajo de investigación frente a un silencio asustadizo que han terminando llegando a buen puerto.
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