El día se presentaba de lo más desapacible en Sevilla. Lluvia, viento y frío como pocas veces se recuerda en la capital andaluza. Nada que temer, porque el amor todo lo aguanta. O más que el amor, la ilusión de unos jóvenes prometidos que desean jurarse amor eterno en un templo concreto de un lugar determinado.
Ayer se pudo comprobar en el barrio de Triana. A las 17:00 horas estaba prevista la apertura de las puertas de la Sacristía de la Parroquia de Santa Ana. Allí, entre las calles Pureza y Pagés del Corro, se levanta uno de los templos más aclamados por los futuros novios, no solo de Sevilla, sino de distintos rincones del país.
Por eso, casi 12 horas antes de la apertura de esas puertas, la cola se empezaba a animar. Dentro se guardaba, cual tesoro, la agenda nupcial de 2026, y estaba a punto de ver la luz. Los nervios estaban servidos.
"Vengo desde Madrid y me voy hoy mismo, solo quiero coger mi día", decía una de las jóvenes que aguardaban su turno con horas de antelación. Junto a ella se encontraban todo tipo de perfiles: la novia, el novio, la suegra, el suegro o el cuñado. Cualquier allegado es apto para hacer relevo en una espera que no podía fallar, porque puede suponer cumplir el sueño de toda una vida.
El hecho es que desde la tarde de ayer se podía reservar día y hora para casarse en el año 2026 en la Parroquia de Santa Ana, una de las más populares, y como en casi todo, el primero que llega, se la queda.
Una imagen que se repite años tras año y en un gran número de templos sevillanos. La mayoría abren la agenda con un año de antelación, por eso es importante estar atentos al día en el que se echa la suerte, o mejor dicho, la paciencia.
De esta aventura para conseguir el día y el lugar soñados para contraer matrimonio sabe bien Antonio Ortiz, quien fuera Sacristán de la Catedral de Sevilla durante diez años: "He visto a novios y suegras pasar noches con mantas y termos de café esperando a que las puertas se abrieran y con ellas las agendas", dice.
La explicación que más veces recibió en aquellas colas, era que los prometidos habrían reservado el lugar de celebración antes que la ceremonia religiosa, y por lo tanto no tenían opción a perder el día. "Era una imagen incluso entrañable", porque casarse en la Catedral de Sevilla tiene su aquel para muchos.
Esta semana ha vuelto a pasar, empieza la verdadera prueba de fuego antes de llegar al altar, aguantar más de diez horas de cola para conseguir la fecha deseada. El amor en este caso tiene día, hora y lugar.
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