La ONG ambiental SEO/BirdLife asegura que, en España, cada persona consume una media de 15kg de toallitas al año. Su desecho por el WC tiene un gran impacto en la naturaleza y en el bolsillo de todos. De hecho, son el tercer residuo más común encontrado en espacios naturales en nuestro país, principalmente en ecosistemas marinos y acuáticos.

Las toallitas húmedas se han convertido en un problema para la red interior de saneamiento no sólo de las viviendas, sino, en general, de las instalaciones públicas que se encargan de la gestión de las aguas residuales. Es el caso de Emasesa, la empresa de aguas de Sevilla, que ha asegurado que solo el año pasado llegó a retirar 755 toneladas de toallitas desechadas en tuberías y cauces.

Esta cantidad equivale a lo que ocupa un edificio de diez plantas, por lo que el trabajo supone un sobresfuerzo en todos los sentidos. Las tuberías están diseñadas para el paso únicamente de agua, y al arrojar materias sólidas como las toallitas, el sistema puede verse afectado.

Debido a que el agua tropieza con los residuos sólidos, se atasca y discurre más lenta. Esto provoca malos olores, posibles problemas de salubridad, inundaciones, e incluso cortes en el suministro de telefonía e internet, al formarse tapones que arrastran los cables de fibra óptica, que discurren por algunas grandes tuberías.

Para paliar los problemas generados por las toallitas y otros residuos que discurren por la red de saneamiento, Emasesa, la empresa sevillana, gasta alrededor de cinco millones de euros al año. Una cantidad que se destina a la limpieza de cauces, averías y atascos puntuales, limpieza de colectores, y retiradas y tratamiento de los residuos que llegan a las depuradoras.

A ello se suma el importe que las comunidades vecinales destinan a retirar los atascos originados por las toallitas en sus bajantes, que suelen costar una media de 160 € por servicio.

Los expertos apuntan a que una toallita puede tardar 100 años en degradarse de forma natural. Por lo tanto, en caso de fuertes lluvias, las toallitas pueden terminar en nuestras riberas, ríos y playas, contaminando el entorno e introduciéndose en la cadena alimentaria.

Estos residuos son considerados no reciclables debido a la complejidad de sus materiales de fabricación: su estructura se compone de una capa exterior de fibras de poliéster, una capa interior de celulosa de origen vegetal y un porcentaje de poliacrilato de sodio en polvo.

Emasesa pide que no se tiren estas toallitas altamente contaminantes al WC, ni ningún otro tipo de material desechable que les complica, y mucho, el trabajo.

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