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No hubo velas, ni fiesta, ni tarta. El día que el hijo de Alma cumplía 12 años, no había dinero para nada en la casa donde su familia vivía de alquiler y que estaban a punto de perder. Tenían que pagar el mes de abril, con la fianza depositada ya se había pagado el de marzo y el casero les dio un ultimátum: o pagaban o se marchaban.
Hasta aquí llegaron tras una mala racha de la que estaban saliendo. Alma había conseguido un empleo, pero tan solo llevaba tres días en su nuevo trabajo y no era capaz de pedir un adelanto. Necesitaba mil euros que le faltaban para pagar a su casero y no tenía nada... tampoco para celebrar el cumpleaños.
Agobiada y sin saber que hacer, se presentó en la sede de la asociación 'El Vuelo De Las Libélulas' de Benalmádena. Fue a por ayuda para comida y entre lágrimas contó todo lo que le pasaba. El alquiler, el dinero, la amenaza de echarlos... y en medio de todo eso, el cumpleaños de su hijo que no pudo celebrarlo.
"Le dio una crisis de ansiedad", cuenta María, presidenta de la asociación malagueña, que intentaba consolar a Alma con la ayuda de su compañera Belén. Poco a poco se calmó. "Nosotras le dimos unos tenis para el niño para que se los diera como regalo", cuenta María, que esa misma noche compartió la historia de Alma en su página de Facebook.
Enseguida empezó a recibir mensajes. Entre ellos, el de una chica que escribió para decirles que le había comprado una camiseta al chico para dársela de regalo. Además, envió 100 euros para que Alma pudiera usarlos bien en pagar el alquiler, bien en organizar el cumpleaños de su hijo.
Poco después otra madre de Benalmádena que iba a celebrar pronto el cumpleaños de su hijo de cuatro años les decía que quería compartir su fiesta con la del hijo de Alma. "Para que tuviera una tarta y que le cantaran cumpleaños feliz", explicaba la mujer en el mensaje recibido por la asociación.
A última hora del día, una pastelera profesional les escribió para ofreciéndose a hacerle su propia tarta. "Buenas noches, perdón las horas, leí el post y puedo regalarle una tarta", decía el mensaje, "puedo ponerle cualquier cosa temática que le guste". Solo necesitaba saber qué sabor le gustaba más al hijo de Alma.
Al día siguiente María se puso en contacto con alma. "Que sepas que tu hijo va a tener una tarta", le dije a Alma, "y se puso a llorar emocionada". Le explicó entonces que había una mujer que se la haría gratis. Días después, la tarta de chocolate ha llegado a su destino y el hijo de Alma ha podido soplar sus velas.
Pero los regalos siguen llegando. Cuando en la empresa de Alma supieron su historia, nada les importó que llevara tan solo tres días trabajando. "Se han portado maravillosamente con ella", cuenta María, de 'El Vuelo De Las Libélulas'. Su jefe le ha adelantado el dinero para pagar el alquiler y ella lo devuelve poco a poco con parte de su sueldo.
De momento, lo peor ha pasado. Alma y su hijo podrán seguir en su casa. Y aunque el cumpleaños no pudieron celebrarlo, ahora tienen en la nevera una tarta que les recuerda que lo último que existe la gente buena y que lo último que hay perder es la esperanza.
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