Pepe, el sintecho al que vecinos de Benalmádena llevan dos meses pagando un alojamiento: "Me da vergüenza pedir"
A sus 60 años, Pepe se encontró de repente durmiendo en las calles de Benalmádena
La asociación "El Vuelo de las Libélulas" coordinó con vecinos de la localidad una ayuda para pagarle un alojamiento
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Pepe no encuentra las palabras para dar las gracias, todas se le quedan pequeñas ante un gesto tan grande. Decenas de desconocidos llevan dos meses pagando el alojamiento en Benalmádena de este hombre de 60 años para que no duerma en la calle. "En la vida me lo hubiera imaginado".
Tampoco se imaginó acabar viviendo en la calle, pero así empezó el año. "Nunca me había visto hasta ese punto de no tener donde agarrarte", cuenta Pepe, "y es algo muy desagradable". Un día vio que sus llamadas no encontraban respuesta, su teléfono ya no sonaba y no había ninguna puerta a la que tocar.
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Nunca me había visto hasta ese punto de no tener donde agarrarte
"Le puede pasar a cualquiera, a mi me ha pasado", dice Pepe que de repente se encontró sin casa viviendo en la calle. Cuando llegó la noche se le ocurrió irse a la puerta de una iglesia y allí durmió. "Luego empecé a moverme", nos cuenta, "cada día era una odisea para encontrar un sitio y si había alguno que me gustaba... pues repetía".
Le puede pasar a cualquiera, a mi me ha pasado
No fue fácil adaptarse a la calle, sobre todo para él. "Me da vergüenza pedir", confiesa a Informativos Telecinco. Aun así pronto aprendió a buscarse la vida, pequeños consejos que hoy no olvida. "Cuando duermes en la calle amanece muy temprano", explica, "y si te sientas, te mueres".
Me da vergüenza pedir
Sin descanso
Pepe no dejó de moverse. Seguía entregando su currículum, presentándose a ofertas de trabajo... buscando una salida que no llegaba. "La edad afecta", dice Pepe consciente de que sus 60 años no le han ayudado. "He ido a vacantes de trabajo donde cumplía todos los requisitos, he dejado el currículum y me han dado las gracias"... Pero nunca le han llamado.
De repente, la casualidad le llevó a encontrarse con María, de la asociación 'El Vuelo de las Libélula'. Allí atendieron su caso y en apenas unos días consiguieron recaudar dinero suficiente para que pasara unos días en un hotel. Fueron los días de lluvia de marzo, que Pepe veía a través de la ventana de su habitación.
Decenas de vecinos de Benalmádena donaron cerca de 800 euros para pagarle además un alojamiento durante el resto del mes de marzo y ahora en abril han vuelto a hacerlo. Pepe ha pasado todo este mes en un apartamento turístico costeado por personas que ni siquiera conoce.
Agradecido: "No tengo palabras"
"No tengo palabras", dice Pepe, pero hay una que no deja de repetir: "gracias". Está agradecido no solo por todos los que ahora le han ayudado a tener un techo, sino también por todos aquellos que le echaron una mano cuando dormía solo en la calle. "La gente te sorprende", dice mientras recuerda la noche que se despertó con un billete de cinco euros en la mano.
"Hacía frío y tenía sueño", nos cuenta, cuando de repente alguien le dio un pequeño toque en la cabeza. "No vi a nadie, pero sentí el tacto de un billete en la mano", dice Pepe. En ese momento se incorporó e intentó buscar a quien se lo había dado, pero ya se había marchado.
Prefiere quedarse con los buenos momentos y olvidar los malos, que también los hubo, como aquella vez que pidió en un hotel de la localidad poder calentar un blíster de comida que le habían entregado. "Solo pedí usar el microondas en la cafetería, pero no me dejaron", recuerda ahora Pepe.
Nueva vida: "Es difícil mantener la dignidad en la calle cuando no te puedes lavar"
Hoy Pepe tiene su propio microondas y hay un techo cubriendo cada una de sus noches. Sin embargo, dentro de su cabeza siguen estando todas esas puertas de iglesia, bancos y portales donde durmió a la intemperie, donde pasó frío y hambre y se despertaba cada mañana sin un baño
"Es difícil mantener la dignidad en la calle cuando ni siquiera te puedes lavar", dice Pepe, que ahora colabora con la asociación de 'El Vuelo de las Libélulas' para devolverle la dignidad a todas esas personas que, como él, un día no encontraron una mano a la que agarrarse para no caer.
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