La hija mayor de la mujer que murió encerrada en su casa de Huelva: "Me pegaron para que no me acercara"

Cuando Mari Carmen llegó al hospital pesaba tan solo 30 kilos. "Yo la cogí en peso y mi hijo no pesaba menos que ella", cuenta su hija Sonia a Informativos Telecinco. A sus 58 años su madre era apenas hueso y piel sobre las sábanas de la cama y estaba muerta de hambre. "A mi hermana la pequeña intentó incluso quitarle un bocadillo", pero los médicos no le dejaban comer nada sólido. 

Así pasaron cuatro días en una habitación de hospital esperando el desenlace. "Ella no habló nada hasta el último día", dice Sonia, "ese día nos miró a todos y nos fue reconociendo". Y allí estaba casi toda su familia, solo faltaba una de sus hijas, a la que ahora la Guardia Civil acusa de haber dejado morir en su casa.

Desde entonces, entre la rabia y el miedo Sonia, lleva dos meses guardando un secreto que ahora sabe todo su pueblo, Jabugo, en la provincia de Huelva. La detención de su hermana y su cuñado ha destapado la pesadilla que estaba sufriendo su madre durante sus últimos meses de vida.

"Cuando la sacamos de su cuarto no se aguantaba la peste", explica Sonia que cuenta como en la propia habitación de su madre había barreños de orines. "También había heces y comida podrida". La propia Guardia Civil explicó que Mari Carmen estaba en un estado deplorable con total ausencia de higiene, además de desnutrida y deshidratada. "Los médicos dijeron que solo un milagro la salvaría", dice su hija mayor.

31 de diciembre

No hubo milagro. Su madre murió en el hospital de Huelva el 31 de diciembre del año pasado. "Le decíamos que espabilara, que la íbamos a llevar a comerse las uvas a su casa", recuerda ahora Sonia. "A tu casa...", decía Mari Carmen, "...a tu casa". Su familia la despidió a principios de año y la hermana que vivía con ella tampoco fue al funeral. "Dice que no se enteró de que había muerto", explica Sonia.

Durante meses Sonia había denunciado lo que estaba pasando. Desde que su hermana se había instalado en casa de su madre nadie podía ir a verla. Ni siquiera ella que hasta el momento siempre se había encargado de cuidarla. "A mi en agosto me pegaron para que no me acercara", dice Sonia, que denunció por estos hechos a su cuñado ante la Guardia Civil. 

Aún así intentaba verla. "Me avisaba gente cuando estaba sola y me acercaba", dice Sonia. La veía a veces por la ventana. "Cuando yo iba camino del trabajo ella siempre se asomaba". Pero cada vez era más difícil y cada vez estaba más preocupada por su estado de salud. "Me decía que no le daban las pastillas y que le dolía la pierna".

Impotencia

La última vez que Sonia vio a su madre sin embargo fue en la calle. Ocurrió a principios del otoño pasado. "La encontré en pijama cerca de un cajero en el pueblo", cuenta su hija mayor, "ella no sabía con quién hablaba y se puso muy nerviosa, como con miedo". Ya no volvió a verla más hasta que los médicos la sacaron de su casa el 28 de diciembre.

"Esto se podría haber evitado", dice Sonia, que durante meses hizo todo lo que pudo por salvar a su madre. "Cada martes iba a hablar a Servicios Sociales, y no solo yo, todos avisamos", explica la hija de Mari Carmen, "ahora siento mucha rabia, mucha impotencia de no haber conseguido que me echaran cuenta".

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