Rágol busca su pera, el símbolo del pueblo que le han robado por tercera vez

Ya han pasado casi dos semanas y de momento no hay ni rastro de la pera de Rágol, una pieza de metacrilato y de 153 centímetros de altura que da la bienvenida a este pequeño pueblo de la Alpujarra almeriense. Esta es la tercera vez que se la roban y el Ayuntamiento ahora pide colaboración para poder recuperarla.

"Nos han vuelto a robar la pera, signo de identidad de nuestro municipio", publicaba el consistorio en un comunicado a principios de este mes, "si alguien ha visto quienes han podido llevársela que se ponga en contacto con el ayuntamiento o si la encuentran tirada en algún lugar de la zona que nos avisen".  

De momento no hay noticias, pero el robo ya está denunciado ante la Guardia Civil de Canjáyar. "No pudo ser una persona sola", sospecha Matilde Díaz, segunda teniente de alcalde de Rágol, "la pera estaba anclada y a la altura que estaba seguro que han sido más de una persona y además con un vehículo".

Desde que instalaron la pera, ya se la han robado tres veces. "La última vez apareció en un mirador de un pueblo de al lado", explica Matilde. Se refiere al mirador de Íllar a cuatro kilómetros del pueblo. Allí la encontró un trabajador varios días después de que desapareciera de Rágol.

No saben seguro si lo hacen por vandalismo o por dinero, pero cada que roban la pera de Rágol el Ayuntamiento tienen que desembolsar cerca de 2000 euros entre su fabricación y su instalación. "Llevamos gastados unos 6000 euros", dice Matilde, "y eso es mucho para nosotros".

Rágol tiene apenas 300 habitantes y su presupuesto no da para grandes lujos. "Aquí 100 euros ya es dinero", asegura la segunda teniente de alcalde, "hacemos virguerías con lo poco que tenemos". Por eso y porque la pera es un símbolo para este pequeño pueblo, el daño es doble cada vez que desaparece.

La fama de la pera de Rágol llega hasta nuestros días, pero fue a mediados del siglo pasado cuando se hizo popular. "Varios escritores hablaban de ella", cuenta Matilde, "incluso Federico García Lorca". Hoy quedan pocos árboles porque la gente no ha seguido cultivándola, pero sigue siendo una seña de identidad a la que no están dispuestos a renunciar por más veces que se la roben.

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