El último deseo de Josefa, volver a su pueblo de Granada desde Mallorca sin viajar en avión: "Gracias por hacer el milagro"

En mayo le dijeron que le quedaban semanas de vida, en septiembre que era cuestión de días. Pero llegó diciembre y Josefa, con 76 años, se encontraba más fuerte que nunca desde que una enfermedad le cambió la vida. Fue entonces cuando su hija Ana pensó que había llegado el momento: era hora de volver a casa.

"Mi madre soñaba con regresar a su pueblo de Granada", dice Ana. Su pueblo es Vélez de Benaudalla, a 750 kilómetros de Palma de Mallorca donde vivía tras emigrar hace medio siglo. "Se casó allí en el 72 y formó una familia, aunque en verano siempre volvía su pueblo", cuenta a Informativos Telecinco su hija.

Después de toda una vida trabajando limpiando casas, al jubilarse Josefa regresó a Vélez para reformar su casa. Sin embargo, en 2021 se acabaron los viajes. Una isquemia en su pierna le impedía moverse. "No le circulaba bien la sangre", explica Ana. Al principio se recuperó y hasta volvió a caminar en 2022, pero desde principios de año una necrosis en la pierna la impide andar.

Sin poder moverse, entre dolores, con suero y transfusiones de sangres continuas, el sueño de volver a su pueblo se esfumaba. "Sin embargo, cuanto más se debilitaba más le tiraba la tierra", dice Ana, que veía como crecían en su madre las ganas de volver a casa cuando menos podía desplazarse. 

Pero pasaban los días y pasaban en su contra. Los médicos le dieron el alta para que recibiera cuidados paliativos en casa y en una visita una doctora les mencionó la Fundación Ambulancia del Deseo. "Les escribí contándoles el sueño de mi madre", cuenta Ana, y enseguida se pusieron en marcha. 

El vieja de Josefa

Hay 750 kilómetros entre Palma de Mallorca y Vélez de Benaudalla. Hay mar y hay tierra, hay autopistas y carreteras nacionales. Y hay cientos de problemas para una paciente que ni siquiera podía mover su pierna. "No puede viajar en avión porque no puede estar sentada", dice Ana. El viaje tenía que empezar en barco.

La Ambulancia del Deseo le esperaba en el puerto de Valencia con todo preparado. "Era un deseo complejo por la distancia y porque la paciente tenía que ir siempre en camilla con la pierna extendida", dice José María Salas, de la Fundación Ambulancia del Deseo, que ya están acostumbrados a los retos.

Después de seis horas de viaje y varias paradas en el camino para cambiarle la postura, la ambulancia llegó a Vélez de Benaudalla y lo primero que hizo fue parar en la puerta de la iglesia del pueblo. "Mi madre quería darle las gracias por hacer el milagro de darle fuerzas para poder venir a su pueblo", cuenta Ana.

Nada más bajar de la ambulancia le cambió la cara, sobre todo cuando vio acercarse con un andador a Anita, la primera persona que reconoció. "Era una prima suya y le dio un beso", dice su hija.  De allí fue directa a su casa y empezaron a llegar amigas de cuando tan solo era una niña.

"Ay, Carmela, que nunca me he olvidado de ti", le dijo a una de sus vecinas en su calle por donde no paran de acercarse estos días sus amigas de la infancia para visitarla. "Ahora me dice que quiere que la saque a pasear por el pueblo", dice su hija Ana. 

Pronto saldrá a pasear, pero de momento estar en el pueblo ya le ha cambiado a Josefa. "El pueblo es su mejor medicina", dice Ana, "en Mallorca vivía en un edificio y solo veía cielo y otros edificios altos, mientras que aquí está en una planta baja y ve a la gente pasar... y esa alegría de la gente y el sol le están cambiando la vida".

El pueblo es la mejor medicina para Josefa y la felicidad de Josefa es la mejor medicina para Ana, que ha dejado su trabajo y a su hijo de 14 años en Mallorca para acompañar a su madre en sus últimos momentos. "Me han dicho que cuando ella ya no esté, me quedaré en paz por haber cumplido su último deseo"... El deseo de regresar al lugar donde nació cuando creía que ya nunca volvería.

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