Después de 1.441 días viviendo en el refugio Paws-Patas de Almería, nadie quería perderse la despedida de Jamie, uno de los perros que más tiempo ha pasado allí. Ahora tocaba decirle adiós y lo hicieron a lo grande, con una fiesta de pijamas para este pitbull de nueve años que nadie quería llevarse y que por fin había encontrado una familia.
Cuatro años antes, la historia era bien distinta. Alguien ató a Jamie a la puerta del refugio y se marchó. Cuando llegó "estaba asustado, hambriento, muy delgado y con algunas heridas horribles", nos cuenta Chrissie Cremore, de la asociación Paws-Patas. Desde entonces intentaron conseguirle una familia de adopción, pero se convirtió en una misión imposible.
La directora del refugio, Vanessa Maipauw, era consciente de que no sería fácil encontrar a alguien que lo adoptara. "Aunque en España no existen prohibiciones específicas de razas, sí hay restricciones para algunas como los staffordshire terrier, los rottweiler y los pitbull", explica Chrissie.
Además de su raza, Jamie padece leishmaniosis, lo que le provoca pérdida de pelo, problemas en el bazo y en los ojos y hemorragias nasales. La enfermedad, causada por un parásito, no tiene cura, pero puede tratarse con medicación de por vida, lo que permite al perro llevar una vida normal.
Por eso cuando se corrió la voz de que Jamie había conseguido una familia de adopción, más de 30 personas se apuntaron a su fiesta de despedida, todos voluntarios de la asociación que habían compartido algún momento con Jamie. "Todos estábamos llorando de felicidad", dice Chrissie Cremore, de Paws-Patas, "porque es un perro muy cariñoso que se convirtió en el favorito de todos los voluntarios".
Fue precisamente una de las voluntarias, Christine Logan, la que decidió que Jamie no podía irse sin una fiesta de despedida. Así que le encargaron una cena a base de filetes, una tarta especialmente decorada... y pizzas para todos los voluntarios. Y así, recordando anécdotas, pasaron la última noche de Jamie en el refugio.
La noche acabó con Christine acurrucada a Jamie en su chenil. No era la primera vez que dormían juntos, pero sí la última porque a partir de ahora Jamie vivirá en Holanda con una pareja que decidió adoptarlo después de conocerlo durante unas vacaciones en España. "Vinieron a visitarlo y enseguida se quedaron prendados de su carácter tranquilo y amistoso", explica Chrissie.
Después de cuatro años, por fin llegó el día esperado. "Todo el tiempo que pasó en el refugio, todos esperaban y rezaban para que encontrara su hogar definitivo", dice Chrissie... y ahora que había llegado el momento, a todos les costaba decir adiós.