La finca de Sevilla de los finales felices, donde conviven más de 400 animales desahuciados

Martín es un pavo que cayó del camión que lo transportaba a un cebadero, Polvorín es un toro rescatado de las fiestas de un pueblo y Destino es un cerdo que nunca llegó al matadero. Son solo tres de las 400 historias que burlaron al destino y que hoy conviven en una finca de Puebla del Río, en Sevilla: el hogar de los finales felices.

El Santuario La Candela trabaja con todo tipo de animales. "Empecé con perros potencialmente peligrosos que sacaba de la perrera", dice Lucía Martínez, una de sus fundadoras. En aquel primer refugio solo acogía a perros... hasta que un día le dejaron en la puerta algo que no esperaba, un cerdo vietnamita.

Bonita, como la bautizaron en el refugio, no venía sola... Estaba embarazada y pronto dio a luz a otros 16 cerdos vietnamitas de la subespecie pigmea africana. "Yo no sabía nada de esos animales", comenta Lucía, pero aprendió todo lo que necesitaba y Bonita estuvo con ellos desde 2014 hasta que falleció el año pasado.

Desde entonces este santuario se ha convertido en un hogar para todo tipo de animales rescatados. "Nos llegan muchos procedentes de incautaciones del Seprona", dice Lucía. Fue el caso de Margarita, una de las ovejas que más tiempo lleva en el refugio y que fue rescatada junto a otras muchas ovejas a las estaban dejando morir en Navarrete hasta que llegó la Guardia Civil.

También hay perros, por supuesto, como Akira, que llegó en 2016 cuando apenas era un cachorro. Un golpe había provocado una grave lesión en su médula. "Se arrastraba para moverse y vivía en una habitación sin muebles", explican desde La Candela. La falta de atención le estaba haciendo perder más movilidad y se la llevaron al refugio. La regeneración nerviosa no fue posible, pero hace casi dos años comenzó a tolerar la silla de ruedas y consiguió ser independiente. 

Cada vez llegan más animales. Desde gallos de pelea, hasta vacas abandonadas... "Nos han traído incluso monos", dice Lucía. En ese caso los derivan a centros especializados, el resto se quedan en esta finca de 80 hectáreas donde todos los animales tienen una segunda oportunidad. Y todo gracias a donaciones que sirven para sufragar el trabajo que realizan una veintena de personas de forma voluntaria.

Detrás de cada animal de La Candela hay una historia. Como la de una Única, una cierva que el Seprona encontró vagando por las calles de un pueblo de Sevilla aturdida y asustada. "Nunca habíamos tratado con una cierva antes, pero rápidamente entendió que el lugar que le ofrecíamos era la mejor opción", explican desde el refugio. Allí vivió seis años y falleció este verano.

Ahora Carmen, una yegua de 36 años, se ha convertido en la abuela del centro. "Llegó después de un decomiso en el barrio más marginal de Sevilla", explican a NIUS. Allí había pasado años atada con una cuerda corta que iba desde el tobillo hasta una pica de madera.

Desde entonces, Carmen ha vivido en este santuario que desde hace más de una década se ha convertido para cientos de animales en el refugio que les devuelve algo que siempre fue suyo y que nunca tuvieron... La libertad.

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