Los jugadores de un equipo infantil de fútbol de Sevilla se rapan la cabeza para apoyar a los niños con cáncer

"No somos un equipo, somos una familia", dice Antonio Vargas, presidente del Club Deportivo Esfubasa de La Rinconada, en Sevilla. Y como familia que son hoy todos juntos han decidido raparse la cabeza por una buena causa. "Queremos enviarles una foto de todos rapados a la Unidad de Oncología Pediátrica del Hospital Virgen del Rocío", dice el presidente.

Todo empezó hace algo más de un año. Cada temporada este club infantil elige una causa con la que colaborar y esta vez decidieron ayudar a los niños con cáncer que estaban ingresados en el hospital. "Pusimos un euro solidario en la taquilla para quien quisiera ayudar", explica Antonio. Con el dinero que recaudaron les compraron tabletas, gafas y películas que les entregaron en Navidad. 

"El jefe de la Unidad nos comentó que a los niños les impresionaba mucho el tema del pelo", comenta el presidente del club. Y de ahí surgió otra idea. Antonio propuso hacer una foto de todo el equipo rapado para enviársela al hospital. "Unos lo recibieron bien y otros no tanto", comenta Antonio, "sobre todo porque aún había clase". Pero finalmente todos accedieron a hacerse a cortarse el pelo.

"No solo los jugadores, los entrenadores, directivos y algunos padres se han animado a participar", dice Antonio que también se ha rapado la cabeza, "el presidente tiene que dar ejemplo". Dos peluqueros de La Rinconada se han encargado de forma voluntaria de rapar uno a uno a casi 50 pequeños de entre cuatro y once años que al final han posado para una foto muy especial.

"La vamos a mandar al hospital", explica el presidente del club. Allí, la van a colocar en el pasillo por el que los pequeños tienen que acceder a la sala donde reciben la quimioterapia. Otra fotografía donde los jugadores han posado junto a sus padres se quedará en el club como recuerdo.

Antonio Vargas fue uno de los fundadores del Club Deportivo Esfubasa hace ya 28 años y desde entonces han luchado por ser un ejemplo para los más pequeños del pueblo. Los padres incluso tienen que firmar un documento que les prohíbe insultar a nadie en los partidos. "Aquí el fútbol es secundario", comenta Antonio, "lo importante es la educación de los chicos"... y esta ha sido una gran lección.

Temas