1 de noviembre de 1755. Día de Todos los Santos. Cádiz. Pasadas las diez de la mañana en la Tacita de Plata no sabían que un enorme y angustioso temblor de tierra que estaba desolando Lisboa iba a cambiar la historia de la ciudad gaditana minutos después. Los documentos relatan que tras el movimiento de tierra, que algunos expertos cifran de una intensidad de 9,5 en escala de Richter, los vecinos de los barrios más próximos al mar pudieron ver como el agua se había retirado a muchos metros de la orilla para dar comienzo justo después a una ola de entre 10 y 15 metros que tendría consecuencias devastadoras en la amurallada capital gaditana.
Por entonces los únicos datos demográficos registrados en 1753 apuntaban que en Cádiz vivían alrededor de 45.000 personas. Uno de los estudiosos de este acontecimiento histórico, el geofísico José Manuel Martínez Solares apunta a que las olas se llevaron la vida de 1214 personas en la provincia de Cádiz. Otros archivos apuntan a más de 2.000. Lo cierto es que en la bahía gaditana este acontecimiento aún se cuenta de abuelos a nietos para que no desaparezca de la memoria de los que crecen entre piedra ostionera.
"Llegando ya casi a mojarse los pies, y dando el padre capellán Macías con la vara del Guión en el suelo, dijo en voz alta: ¡hasta aquí Madre mía!", así relata una crónica de la época la que aún hoy continúa siendo una leyenda viva en las calles de Cádiz. Según este documento, y lo que cuentan los viñeros a todo el que se posa ante la insigne Parroquia, los sacerdotes Fray Bernardo de Cádiz y Francisco Macías salieron a la puerta de la iglesia de la Palma cuando el agua se abría paso su calle más viñera y cuando el clérigo dijo "basta" el agua paró su curso postrándose ante la imagen de la Virgen.
Así es como aún hoy se cuenta que la Virgen de la Palma paró el maremoto de 1755. Desde aquel momento la archicofradía pidió permiso para procesionar cada 1 de noviembre alrededor de las 10 de la mañana las calles del barrio gaditano con el fin de cumplir con una promesa a modo de eterno agradecimiento por obrar el que consideran un milagro de Virgen de La Viña.
Además, hace años que en la fachada perpendicular luce una lápida en conmemoración a las víctimas con la imagen de la Virgen de la Palma y el recordatorio de cómo la imagen paró las violentas aguas evitando más daños en la estructura de la ciudad y graves pérdidas personales.
Precisamente este recuerdo entre lo histórico y lo religioso ha sido el germen para un reconocimiento oficial por parte de la Junta de Andalucía. Hace justo un año comenzaba un proceso burocrático con el objetivo de inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural, la Actividad de Interés Etnológico denominada Conmemoración del maremoto de 1755 en Cádiz por la Hermandad de la Palma.
Este martes 27 de junio de 2023 el Consejo de Gobierno aprueba esa petición que pone en valor "los procesos de identidad local la sociabilidad y asociacionismo" que genera esta festividad que mantiene viva en la memoria de los gaditanos y gaditanas la historia de su ciudad.
Aunque el "milagro" que sobrevuela alrededor de la capital gaditana ha hecho que el boca a boca de esta historia sea más intenso en la Cádiz vieja, el terremoto de Lisboa tuvo consecuencias terribles en toda la Bahía gaditana. Sanlúcar de Barrameda, el Puerto de Santa María, Conil y Chiclana de la Frontera, quedaron completamente devastadas. Nada que ver con la imagen que ahora presentan estos rincones gaditanos que son uno de los núcleos más importantes del turismo en Andalucía.
Las cerca de 2.000 víctimas que se lamentaron en la provincia gaditana y la desoladora imagen que dejaron las aguas a su paso por los territorios del sur del sur son el capítulo que nos toca más de cerca de un desastre natural catalogado como uno de los más graves de la historia de la humanidad. Más de 100.000 personas fallecidas entre Portugal, España y Marruecos dejó el aterrador terremoto de Lisboa.