Nació en Madrid, pero de la capital solo le queda el apodo. Ángel el Madrileño llegó a Carboneras, en la costa de Almería, con tan solo seis años. Desde entonces ha sido pescador, buceador, budista y hasta policía local las últimas tres décadas. Ahora que está jubilado es el hombre detrás del conocido como templo hippy de la playa de la Galera.
"Todo empezó como empiezan estas cosas... por casualidad", dice Ángel. Una tarde de hace tres años se fue a la playa agobiado para intentar desconectar mirando al mar. Lo consiguió haciendo rodar una piedra desde la orilla hasta lo alto de un montículo. "Eso me relajó sin darme cuenta ni siquiera del tiempo que había pasado", confiesa. Así que puso otra piedra...
Poco a poco, su manera de relajarse fue levantando en esta esquina de la playa pequeñas construcciones de piedra. "No sabía si aquello era legal o ilegal", dice Ángel. Así que fue al Parque Natural Cabo de Gata-Níjar a pedir permiso, "pero me dijeron que no era del Parque sino de Costas y que no había ninguna ley que me prohibiera hacerlo siempre que no usara yeso o cemento".
Sin salir de una zona limitada, por donde casi nadie pasa, Ángel fue añadiendo cada vez más piedras. Algunas simulando figuras, como flores o un indalo, el símbolo de Almería. Otras veces son dibujos esculpidos en la superficie de las rocas, como flores o animales. "Hay un pájaro que ya he hecho cuatro veces", porque tres se lo han quitado. "Como la gente solía llevárselo, cada vez lo hago más feo a ver si lo dejan". bromea
En realidad, no le molesta que la gente se lleve algunas piezas, pero sí que se lo tiren todo abajo. En tres años, le han tumbado cinco veces su construcción y cinco veces la ha vuelto a levantar, la última hace tan solo ocho meses. "Puse un mensaje diciendo que yo disfrutaba haciéndolo, que había gente que disfrutaba viéndolo... y que si ellos disfrutaban rompiéndolo, pues todos contentos", dice con sarcasmo.
En cambio, otras personas hacen todo lo contrario y le dejan sus propias piedras. "La gente pone rocas pequeñas con sus nombres, en plan 'José y María estuvieron aquí', y la fecha", explica Ángel a NIUS, contento siempre con las nuevas aportaciones. "Cada vez que veo algo nuevo es una satisfacción personal".
De hecho, esta playa de rocas que no invitaban a visitarla, cada día recibe más turistas gracias a las construcciones de Ángel. "La semana pasada vinieron cuatro personas de Madrid y me dijeron que habían pagado 25 euros en un museo por ver cosas que les habían gustado menos", cuenta Ángel.
En Google Maps la playa aparece ahora como un lugar de culto a visitar en la costa de Almería. Aparece como templo hippy de Ángel, pero ni es templo ni es hippy y ya tampoco es de Ángel. "No es de nadie, es de todos, cada cual que lo llame como lo sienta", comenta a NIUS.
Con 4,7 estrellas sobre 5, esta playa a las afueras de Carboneras ya tiene más de una treintena de reseñas recomendando venir aquí, sobre todo a quien vaya buscando relajarse. "La gente dice que aquí encuentra la paz, pero no sabe por qué... y la verdad es que yo tampoco lo se", confiesa Ángel.
Cuando empezó venía tres o cuatro veces a la semana. Ahora se dedica sobre todo al mantenimiento y tarda un poco más en volver. Sin embargo, cada vez que necesita relajarse, repite lo que hizo aquella tarde de hace tres años: coge un piedra y la rueda hasta que el tiempo y las preocupaciones se pierdan entre sus manos.