María Parra acude dos días en semana a su clase de gimnasia. A sus 92 años es la más veterana del grupo, aunque deja claro que no se nota: “No soy la que peor está”, asegura. Dos horas semanales a las que suma diariamente largos paseos por su pueblo, Huércal-Overa (Almería). “Ando una hora por la mañana y otra por la tarde”, dice.
Esta incansable vecina tiene claro que mantenerse activa es la clave de su longevidad. Y por eso, el ayuntamiento ha decidido premiarla. Es la alumna más mayor de los talleres municipales de gimnasia, a los que acude desde hace más de una década. “Ya no se trata de vivir muchos años, sino de vivir bien”, dice ella.
María reconoce que tiene sus achaques. “Sufro de artrosis, la columna desviada, tengo un riñón perdido,… pero nada grave”, concluye. La cabeza le funciona perfectamente, asegura, y lo más importante: no el falta el ánimo ni las ganas. “Es lo que siempre me ha ayudado en la vida”, asegura.
María nació y se crió en el campo. “A las ocho años ya le decía yo a mi padre que quería segar”, recuerda. Pero también ha labrado, ha bordado y ha hecho “de todo”. Era la mayor de seis hermanos y la única, ahora, que sobrevive. “Ya solo quedo yo, una pena”, lamenta. También perdió a su marido hace siete años. Sus hijos, nietos y biznietos, que presumen de tener la madre, abuela y bisabuela más en forma del pueblo, son su mayor ilusión. “Solo quiero que ellos estén bien”, reconoce.
A sus 92 años, María no pierde ni pizca de vitalidad y así lo demuestra en cada clase. “Hay gente que con mi edad ya va en silla de ruedas, tiene la cabeza perdida o ya no está”, recuerda. Por eso ella, disfruta al máximo de la vida que le sigue regalando años. Con la llegada del verano, las clases terminan pero esta alumna ya piensa en las del año que viene y en seguir batiendo récords.