Hace ya ocho días que David García está en huelga de hambre en la puerta de la Diputación de Almería. Empieza a notar los efectos de la falta de alimento en su cuerpo. “La sensación de hambre infinita no se te va”, asegura. La acidez en la boca es insufrible y los temblores, a veces, le impiden levantarse de la silla.
Pero este deportista que ha participado en cuatro Juegos Paralímpicos de Verano y ha ganado dos medallas sabe lo que es luchar. “El hambre, el dolor, el cansancio, el sueño, los peligros de la noche, solo son un aliciente para alguien que ha estado 18 años en un equipo nacional donde sólo eres premiado si ganas”, asegura.
David tiene 41 años, hace judo desde los dos y medio y convive con una discapacidad visual congénita no le ha impedido luchar por sus metas. Desde hace diez años se dedica al judo inclusivo gracias al Club de Judo Koudougakusya, dirigido principalmente a personas con discapacidad, bajos recursos y en riesgo de exclusión. “Era mi ilusión llevar a cabo este proyecto cuando me retiré de la alta competición en 2013”, cuenta a NIUS.
Pero, tras una década, el pasado 29 de mayo recibía la peor de las noticias: una orden de desalojo de la sala que ocupan en el Pabellón Moisés Ruiz, una concesión anual de la Diputación de Almería. Aquí, David enseña este deporte a más de cien niños de todas las edades. “Se van a quedar en la calle y me resisto a dejarlos tirados sin darlo todo”, asegura. Y, por eso, ha iniciado esta huelga de hambre que llevará hasta las últimas consecuencias.
Es una de las pocas veces que no sale a ganar, dice, teniendo en cuenta que padece problemas de riñón y que la falta de comida puede acarrearle importantes daños. “Aquí no gana nadie. Solo quiero que nos den una opción, aunque sea en una sala más pequeña, nos adaptamos”, asegura. El próximo 30 de junio, si nada cambia, se verán en la calle.
David implora a las administraciones. “A ver si se les ablanda el corazón”, señala. Es su última esperanza para que siga en marcha un proyecto deportivo que él define como “inclusivo, asequible y accesible” que, gracias al judo, da oportunidades a más de un centenar de niños vulnerables. “El deporte es la mejor forma de integración”, asegura.
Este deportista de élite no piensa rendirse. “Terminaré la huelga cuando nos den una solución o cuando me lleven en ambulancia”, dice tajante. Porque aunque entregó el dorsal hace ya tiempo, David sigue siendo mentalmente el mismo luchador de siempre. Y su meta no es otra que conseguir que un centenar de niños sigan aprendiendo judo en su club.