Las Hermanitas de los Pobres a las que el Sevilla F.C. ofreció la copa: "El partido no pudimos verlo porque era de pago"

Hace ocho días el presidente del Sevilla, Pepe Castro, se presentó en el Asilo de las Hermanitas de los Pobres. Allí le confesó a la madre superiora que si el equipo ganaba la copa, lo primero que harían sería llevársela para que la vieran los residentes. Solo había una condición: no podía decírselo a nadie.

"Me hubiera encantado gritar en el comedor que había buenas noticias", cuenta a NIUS. Pero durante toda una semana Sor Catalina guardó el secreto como pudo. "Han sido varios días muy duros", confiesa la madre superiora, "tenía la tentación de pedirles que rezaran para que ganara".

Cuando llegó el día del partido fue más duro todavía. "No pudimos verlo porque era de pago y aquí somos pobres", dice Sor Catalina. Así que abrieron de par en par las ventanas del asilo para escuchar los gritos que venían del bar de enfrente donde estaban echando el partido.

"Oíamos como gritaban cuando marcaban los goles", explica Sor Catalina. Luego fueron los coches pitando durante la celebración los que le confirmaron la victoria del Sevilla. En ese momento ya podía desvelarles el secreto a todos los internos. El Sevilla iba a llevarles la copa a ellos.

Al día siguiente toda la residencia era puro nervio. "Se levantaron más espabilados que de costumbre", explica Sor Catalina, "y por la tarde algunos ni echaron la siesta". De hecho, estuvieron preparando carteles para dar la bienvenida al equipo en los que se podía leer 'Enhorabuena Campeones. Gracias por venir'.

Poco después de las seis de la tarde llegó el momento más esperado. La Europa League llegó al asilo en las manos de Pepe Castro, José María del Nido Carrasco y los dos capitanes, Navas y Rakitic. "El propio presidente me puso una bufanda del Sevilla por encima", dice Sor Catalina.

La visita les ha hecho sentir importantes por encima de los colores. "Lo han celebrado todos, sevillistas y béticos", cuenta la madre superiora, "porque aquí todos somos una familia". Y como una familia estuvieron cantando y celebrándolo juntos durante los minutos en los que fueron el centro de la fiesta del Sevilla.

La copa y el equipo se marcharon para seguir celebrando su triunfo por las calles de la ciudad, pero en el asilo continuó la alegría y en la pared siguió colgado el cartel de bienvenida como testigo del milagro... Ellos fueron los primeros sevillanos que tocaron la copa de un partido que ni siquiera pudieron permitirse verlo.

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