Cachito y Beatriz, el torero de la calle y la pintora que le dibujaba las patillas por Sevilla

Tiene traje y nombre de torero, pero Cachito no conoce más ruedo que la calle. Ahí es donde saca su mejor sonrisa y da capotes a la vida. A sus 55 años, este vecino del barrio sevillano de los Pajaritos, uno de los más pobres de España, finge torear, tocar la guitarra o hacer sonar la armónica a cambio de dinero. 

En la otra acera está Beatriz Zamora. Acabó Bellas Artes en Sevilla en 1997. Se especializó en restauración, pero pronto se dio cuenta de que no le gustaba arreglar cuadros tanto como crearlos. Un día mientras pintaba, Cachito se acercó a su ventana con su traje de torero. "Me pidió un rotulador para pintarse las patillas", recuerda Beatriz, y ella misma se las dibujó.

Dos patillas y una cicatriz después, empezó a forjarse una historia de amistad entre la pintora y el torero que ha permanecido en el tiempo. Cachito solía volver para que le pintara y así se fueron conociendo. "Hasta le compré un capote nuevo", cuenta Beatriz, "pero dice que le gusta tanto que lo tiene guardado en casa para que no se estropee y sigue usando el viejo".

Un día Beatriz quiso pintarle algo más que las patillas y le pidió que posara para ella. "Le hice fotos para luego dibujarlo y él se ponía como posando", recuerda la pintora, "yo le decía que se quedara normal para sacarlo tal y como es". De aquella sesión salieron dos cuadros, un retrato del que le regaló una lámina, y un lienzo de cuerpo entero que ahora se exhibe en una exposición en Sevilla.

El cuadro de Cachito es una de las nueve obras, todas con toreros de verdad, que forman parte del proyecto 'Toreísto' de Beatriz. La exposición se inauguró esta semana y allí se presentó Cachito con un enorme traje de chaqueta y pantalón. "Nunca lo había visto vestido así", dice la pintora, "se lo había dejado su cuñado e iba con mucho cuidado porque decía que no se lo podía manchar".

Allí vio por primera vez su cuadro de cuerpo entero y frente a él se puso a llorar emocionado. "Me dijo que era lo más grande que le había pasado", cuenta Beatriz, que vio cómo se pasó todo la inauguración recogiendo folletos de la exposición. "Los quería repartir por su barrio para que vieran dónde había estado".

Había pocos invitados, pero en un momento de la inauguración se acercó hasta allí Morante de la Puebla y Beatriz se lo presentó. "Cachito le dijo que era un admirador suyo", cuenta la pintora, que posó para el recuerdo con los dos toreros, uno de verdad, y el otro, un poco menos. 

El cuadro sigue en la exposición, Beatriz ha vuelto a pintar y Cachito a fingir por la calle ser torero. Con una guitarra que no sabe tocar y una armónica que no suena tan mal va buscando algo de dinero. Y cada vez que necesita patillas se vuelven a encontrar de nuevo. "Tú me has hecho importante", le dijo una vez Cachito a Beatriz... y ahí está su vuelta al ruedo.

Temas