Una pareja de 30 años estaba esperando a su primer hijo. El día que ingresó para una cesárea programada, se dieron cuenta de que el bebé había fallecido. Un día, por la calle, un vecino les dijo: "No os preocupéis, sois jóvenes y podréis tener más hijos, si es que este bebé tampoco lo habías conocido y a lo mejor venía mal". Tres frases con la mejor intención que sintieron como tres puñaladas. Sin darse cuenta, su vecino estaba quitándole importancia a su dolor.
En general, lo que debemos hacer cuando estamos con una persona que ha perdido a alguien es todo lo contrario. "Hay que intentar acompañarle desde el silencio, validando y reconociendo su dolor", explica Ana Almansa, psicóloga sanitaria de Almería experta en duelo. Con ella, hemos analizado aquellas expresiones que usamos habitualmente en los tanatorios con la mejor intención... y que sin embargo muchas veces generan más dolor del que intentamos evitar.
Es la frase estrella en los tanatorios, ¿pero fuerte por qué? La palabra duelo significa dolor y hay que expresar y sentir esa emoción para poder sanar. De este modo parece que si nos duele no somos fuertes, sino débiles. El doliente no quiere ser ni fuerte ni débil, solo intenta sobrevivir a ese dolor.
Cuando estamos viviendo un momento de dolor intenso la gente te dice aquello de que "el tiempo lo cura todo" y parece que con el tiempo nos vamos a olvidar. En realidad, no es el tiempo lo que cura... es lo que nosotros hacemos durante ese tiempo y cómo nos enfrentemos a esa pérdida lo que sí nos puede ayudar.
Con esta frase estamos sin querer bloqueando que el doliente exprese sus emociones y que pueda así vivir su duelo. Además, con esta afirmación generamos un sentimiento de culpa haciéndole creer que si la persona fallecida le viera así se sentiría mal por ello.
Cuando a alguien que ha perdido un familiar se le dice esta frase lo primero que piensa es: "¿Y tú qué sabías si sufrió o no?". Además, el hecho de que el fallecido no sufriera no evita que el doliente sufra por su pérdida. En lugar de esa frase, se le puede hacer referencia a la importancia de que haya podido acompañarle y darle cariño hasta el final.
Esto no hay que decirlo nunca. Pasar página es olvidar y eso es lo último que quiere quien ha tenido una pérdida. Es como esconder el fallecimiento cuando en realidad se tiene que aceptar y para ello es necesario un proceso. Habría que hacer todo lo contrario, ofrecerle la oportunidad de hablar sobre la persona fallecida y pedirle que nos cuente cosas, siempre en pasado y de una forma calmada.
Nadie puede sentir como siente otra persona, incluso cuando hemos tenido la misma pérdida, cada vínculo y cada forma de vivirlo es diferente. Por muy amigos o familiares que seamos, no podemos ponernos en la piel de otro en esta situación. En lugar de decir "se cómo te sientes", sería más acertado decir "siento por lo que estás pasando".
Nos dicen esta frase con la de idea de buscar un sentido. No podemos olvidar que el dolor a veces nos hace perder el sentido de la vida y llegará el momento en el que el hecho de tener personas a tu cargo sea importante. Sin embargo, al decir "ahora tienes que pensar en tu hijo" no le estamos validando el reconocimiento a su dolor. En su lugar sería mejor recordarle que hay personas de su entorno familiar que llegado el momento pueden ayudarle en aquello que necesite.
¿Distraerte para qué? ¿Para no pensar? ¿Para olvidar? En lugar de invitarle a distraerse, lo que hay que intentar es ayudarle a que pueda centrar un poco más la atención... El hecho de salir a la calle y poder relacionarse ayuda a conectarse más con el día a día y así poder enfrentarnos a su nueva realidad y no evitarla.
¿Cuánto es una vida larga? ¿Dónde está escrito cuánto tiempo es suficiente? Independientemente de su edad, nunca queremos perder a nadie de los que amamos, por lo que sería mejor que le dijéramos que creemos que ha tenido una vida feliz y preguntarle sobre aquellas cosas que el doliente crea que el fallecido ha hecho a lo largo de su vida y que le hacían sentir bien.
Se trata de una valoración. No podemos saber si sufría o cuánto sufría y mucho menos si morirse ha sido una solución a ese sufrimiento. En realidad, no deberíamos decir nunca esta frase y sí en cambio interesarnos por si el doliente pudo acompañarlo en esos duros momentos y la importancia de haber estado ahí.