Triana llora la muerte de Arturo, el comerciante más querido del barrio: “Nos hemos quedado huérfanos”
Arturo regentaba una papelería y era muy conocido en el popular barrio sevillano por su generosidad y profesionalidad
Su negocio se ha llenado, de forma improvisada, de flores, velas y cartas de cariño de sus vecinos al conocer su fallecimiento
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Hoy Triana está de luto y en la calle San Vicente de Paul se levanta un altar improvisado. Flores, cartas y velas inundan la acera y la persiana bajada de un negocio que, durante más de una década, ha sido la alegría del barrio. En el número 17 tenía Arturo su tienda. Papelería, fotocopias, artículos de regalo. Y, sobre todo, una mano tendida que nunca faltaba.
“La generosidad le salía por todas partes, ayudaba a todos”, cuenta a NIUS Estrella de la tienda de ultramarinos El Cañón de Triana. Vecina de negocio y amiga. Todavía le cuesta creer que Arturo, que arrastraba una enfermedad desde hacía unos meses, ya no esté con ellos.
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“Era todo para el barrio, nos hemos quedado huérfanos”, asegura su amiga, emocionada. Él siempre tenía una solución para todo. “Profesionalmente, era un todoterreno. Cualquier problema que tuvieras, te ayudaba: con una fotocopia, un trabajo, un vinilo. Siempre tenía solución”, recuerda.
Ayudaba a las personas sin recursos
Pero, sobre todo, su bondad más allá de su oficio. En la pandemia, regalaba mascarillas a quien no pudiera pagarlas y eras muchas las personas sin recursos que venían a su negocio. Sabían que estando Arturo nunca les faltaría comida que llevarse a la boca. “Él siempre estaba dispuesto a pagarles el desayuno o el almuerzo”, señala Estrella.
Hoy su tienda está cerrada pero es un ir y venir de vecinos que, a modo de homenaje, quieren rendirle sus respetos. “Fuiste y serás siempre la luz, alegría y ayuda de esta calle”, dice una nota. “Nos ganaste con tu generosidad, humildad y cariño. Te llevas un trocito de cada uno”, recoge otra. Entre las muestras de cariño, muchas cartas y dibujos infantiles de aquellos niños del barrio que eran asiduos a su negocio. “Tenemos el colegio y el instituto a escasos metros, su tienda era paso obligado. Todos lo conocían”, lamenta.
Arturo deja mujer y dos hijos adolescentes, pero también un barrio, el de Triana, que lo llevará siempre en el corazón y que, desde ahora, se vuelve un poco más triste. "Lo vamos a echar mucho de menos", asegura su amiga.