Si al malagueño Fran Manén, conocido como el "Señor de las motos", se le pregunta por las claves del éxito enseguida te da tres respuestas: hacer lo que te gusta, hacerlo con pasión y hacerlo diferente. Tres pasos que le han llevado a triunfar en Miami con su empresa para personalizar motocicletas, un trabajo que le gusta, que hace con pasión y que nadie hace igual que él.
Todo empezó hace muchos años. Cuando Fran era un niño y aún vivía en su Vélez Málaga natal. Allí se enamoró de las motos... pero no de las que veía por la calle, sino de las que ponían por la televisión. Deslumbrantes Harleys y Choppers que aparecían en los videoclips de sus grupos de rock favoritos, desde Bon Jovi hasta Gun's'roses, pasando por Motley Crue.
Música sobre ruedas fue la combinación adolescente que se quedó marcada en su cabeza para siempre. Así que cuando Fran cumplió los 14 años y se compró su primera moto, una Vespino, tardó muy poco en pintarla y retocarla con calaveras, llamas y gráficos de las portadas de esos discos no paraba de escuchar. El "Señor de las motos" en el que se convertiría aún estaba lejos, pero ya había nacido.
Antes de eso, Fran entremezcló otras aficiones. Empezó a escalar y a practicar montañismo y acabó en expediciones a montañas de todo el mundo, incluido el Himalaya, donde estuvo en varias ocasiones, Nepal, Tibet, India, Pakistán o Bután. Y cómo todo, lo hizo usando sus tres claves: hacer lo que le gusta, hacerlo con pasión y hacerlo diferente.
Así, con tan solo 19 años, convirtió su nueva afición en profesión y empieza a realizar trabajos verticales en edificios. Era 1994 y "en España este tipo de empresas no eran demasiado conocidas, sobre todo en el sur", dice Fran, que se convirtió en un pionero. Un año más tarde, creo una empresa en Málaga con casi 40 empleados y oficinas en Marbella, Sevilla y Granada.
Y mientras tanto el sueño adolescente de las motos seguía permanente en su cabeza, girando alrededor de todo lo que hacía... hasta que un día despertó. Después de crear una empresa de éxito, después de toda una década escalando por todo el mundo, de tener todo tipo de accidentes y hasta ser confundido con un terrorista albanés... las motos volvieron a su vida y su vida cambió.
Desde 2003, sus viajes a Estados Unidos eran cada vez más frecuentes. Quería adentrarse en el mundo de las motos yendo a ferias y eventos del motor. En 2004 se decide a comprar su primera Harley y, como su Vespino, no duró nada en su estado original. Durante un año la estuvo modificando, pintándola y personalizándola. Y una vez más sus tres reglas le llevaron de la mano: pasión, placer y originalidad.
Su moto pronto empezó a ganar premios y en 2007 se presentó en el Rally Europeo de Harley donde quedó subcampeón de Europa en la categoría Big Twin. Junto a un amigo abrió un taller de motos en Torre del Mar. Su idea era dedicarse a transformar motocicletas, pero la mayoría de encargos que le llegaban eran trabajos de reparación.
En 2008, en uno de sus habituales viajes a Estados Unidos, decide dar un nuevo giro a su vida. Vendió su empresa en España, hipotecó todas sus propiedades, vendió todo lo que tenía... todo para conseguir el dinero que le permitiera cumplir su sueño de dedicarse a customizar motocicletas.
Casado y con un hijo de 3 años, empezó a trabajar en Miami sin su familia, viviendo en el propio taller de las motos, duchándose con un cubo en la calle y durmiendo en el sofá de la recepción de los clientes. Así estuvo más de 6 meses hasta que consiguió su visa para estar en el país con la que creó una empresa de alquileres y tours de Harley, llegando a tener más de 60 motos.
De ahí a transformar motos solo había un salto que dio en 2012. Pronto su tienda se empezó a llenar de estrellas de cine y televisión, artistas de todo tipo y clientes de alto nivel económico, que quedaban sorprendidos por el trabajo de este español. En 2013, Tom Kaulitz, guitarrista y fundador del grupo de rock Tokio Hotel, le compra a Francisco una de sus Triumph Bonneville customizadas en Miami, que terminarían saliendo en uno de los videoclips del grupo.
Sus diseños se hacen famosos y empiezan a ganar premios a uno y otro lado del charco. Cada año trabaja modificando medio centenar de motos cuyo precio varía según la marca, el estilo y el trabajo que conlleve. "Hay trabajos que pueden costar unos cinco o seis mil euros y otros que llegan a los 130.000", dice Fran.
En 2016 es nombrado como uno de los diez mejores transformadores del mundo de Harley con estilo Scrambler y su fama atrae nuevos clientes como Agatha Ruiz de la Prada. Mientras tanto la mismísima hija del propietario de Harley Davidson se rinde antes sus diseños que considera auténticas obras de arte sobre ruedas.
Aquí y así podría terminar el camino hacia el éxito de Fran, pero cuando estaba en lo más alto se acordó de sus tres reglas. Hacer lo que le gusta, con pasión y diferente... y lo volvió a hacer. Desde Miami regresó a Vélez Málaga para abrir una nueva tienda. "A nivel comercial es el peor sitio que pueda imaginar cualquier persona", dice Fran. Pero ha vuelto a funcionar. Y ahora sus clientes viajan desde Inglaterra o Dubai hasta ese pueblo de Málaga donde Fran empezó a soñar con motos.