Jordi Coy pilló a la Luna saliendo de un volcán en Sevilla: “Mi pasión es la astrofotografía, pero no da para vivir"

Hace un año que Jordi L. Coy decidió dejar su trabajo como mozo de almacén en una empresa de pieles para dedicarse a su pasión, la fotografía. Pero no una cualquiera, sino aquella que capta la mejor cara de los cuerpos celestes. La Luna, las estrellas, constelaciones y planetas están siempre en su mente y en su objetivo. “Empecé hace unos años fotografiando lo que veía a través de mi telescopio, de mala manera”, explica a NIUS.

Poco a poco, se fue enganchando y, ahora, una de sus imágenes ha sido finalista del Sony World Photograpphy Awards 2023 y elegida entre las 20 mejores, según la prestigiosa revista Forbes. A sus 36 años, este astrofotógrafo alicantino, afincado en Sevilla, es el único autor español que aparece en la lista. “Es muy satisfactorio conseguir la foto y que además te lo reconozcan”, asegura.

La imagen la captó el 12 de septiembre de 2022, poco después del atardecer, en el Peñón de Algámitas. Se trata de uno de los puntos más altos de la provincia de Sevilla, con más de 1.000 metros y a escasos 30 kilómetros de la casa de Jordi. En su Lunar Eruption, que así se llama la imagen, da la sensación de que la luna sale de un volcán. “Fue un día que iba en el coche y vi el sitio. Después me pasé por el terreno y, al ver la forma que tenía, ya supe qué era lo que quería hacer”, explica.

“Hay mucha planificación tras cada toma”

Comenzaba así un laborioso trabajo de campo y mucha paciencia, durante los 6 días que tardó en conseguirla. “Es un terreno accidentado y con mucha vegetación. Tuve que pedir permiso para acceder a varias fincas privadas con el objetivo de encontrar esa ventana, entre los árboles y las montañas, que me permitiera disparar”, nos cuenta.

Sus cálculos en casa, no le fallaron. “Cuando se trata de alineaciones de objetos celestes con el paisaje o algún objeto, requieren de una planificación antes de la toma. Hay que buscar el punto exacto con la elevación perfecta. En este caso, la dificultad era extra porque, si me acercaba mucho a la montaña, la luna parecía mas pequeña y no conseguía el efecto visual que quería”, explica. También su colocación exacta era fundamental. "Quince metros podían marcar la diferencia".

Salió a la primera: “¡La tengo!”

Jordi tuvo que colocar su réflex a 10 kilómetros de distancia. Después, solo esperar con su teleobjetivo de 600 mm el momento exacto. Varios disparos y supo que lo había conseguido. “Intento no hacerme ilusiones hasta que no veo la imagen en el ordenador pero, desde el principio lo supe, pensé ‘¡la tengo!’”, reconoce.

De lo contrario, asegura, tendría que haber esperado unos ocho meses para volver a conseguir esa alineación y la oportunidad de volver a intentarlo. “Hay fotos que me han llevado más de año y es lo habitual, que no salga a la primera. Ya sea porque se nubla, hace viento o hay cualquier partícula en el aire, como la calima, que puede afectar en el resultado de la foto”, señala.

“Fue una satisfacción que pocas veces he experimentado: ver la luna en el sitio perfecto que había imaginado”, señala. Porque al mérito de estar en el lugar y momento adecuados, se une lo inédito de la escena. “No hay otra foto igual de ese lugar. Es la primera. Es mía desde el minuto uno”, dice, orgulloso este fotógrafo que se gana la vida con otro tipo de instantáneas, las de boda. “No tiene nada que ver pero es muy difícil vivir de la astrofotografía y tienes que abrirte a otros campos”, reconoce. Eso sí, es habitual en sus fotos nupciales que la luna aparezca de fondo.

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