Los agricultores de Granada, desesperados por una plaga de conejos: “Han arrasado con todo”

Jorge Ferrer lleva todo la vida dedicado al campo. Tiene más de un centenar de hectáreas de cereal en las inmediaciones del Suspiro del Moro, en Granada. Algunas para cultivo propio y otras arrendadas. Cebaba, trigo y avena que en esta época del año debería estar verde y a una altura de medio metro. El panorama, sin embargo, es desolador. “Está todo arrasado, parece que lo han segado”, dice a NIUS.

Los responsables, una plaga de conejos que está acabando con los cultivos de cereal y olivar de la zona. Sin agua, los animales no tienen pasto y recurren a las plantaciones. “Todos los años hemos tenido problemas, pero nunca como éste. Se los ve correr por ahí, se ríen de nosotros”, se lamenta este agricultor que asegura que los daños económicos son cuantiosos.

“Solo cinco hectáreas de trigo me cuestan sembrarlas 3.000 euros, entre el año de barbecho, comprar las semillas, el abono,…”, enumera. Por eso, prefiere no hacer cuentas del desastre que supondrá una campaña, prácticamente, echada a perder. “Yo vivo del campo, no tengo otros ingresos y eso vale un capital. Entre la sequía y los conejos, ¿de qué como?”, se pregunta.

La falta de lluvias también afecta al propio cultivo, lo que da lugar a un bucle desastroso. “El animal no tiene de qué alimentarse y se come el cereal. A su vez, el cereal no llega a rebrotar. Sin agua no tiene capacidad para recuperarse y volver a crecer”, se lamenta Adrián Molina, ingeniero agrónomo y afectado. Sus olivos han sido también objeto de la voracidad de los conejos. “A pesar de que tienen protectores, se han comido la línea de tronco que quedaba fuera”, señala.

Reclaman planes cinegéticos con más batidas

Según la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), en el granadino Valle de Lecrín hay unas cien hectáreas de cultivo afectadas por los conejos. A las que se suman otras tantas de espárragos en la Comarca de la Vega. Tanto la UPA como los agricultores perjudicados reclaman planes cinegéticos específicos con más jornadas de caza que palíen esta proliferación.

“El problema es que hay un desfase entre las autorizaciones que concede la Junta y las necesidades en momentos como estos en los que hay superpoblación y ausencia de lluvias”, insiste Nicolás Chica, secretario general UPA-Granada. A lo que se suma que muchos animales se refugian en zona de carreteras, autovías y taludes donde los cazadores no pueden actuar.

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