Preparativos para el éxodo anual en Torredelcampo, el pueblo de Jaén donde una cuarta parte de los vecinos son feriantes

  • De los 14.000 habitantes de esta localidad de Jaén, mas de 3.000 trabajan directamente en el sector

  • Durante estos días, ponen a punto sus atracciones de cara al inicio de la temporada en Semana Santa, que los tendrá alejados del pueblo durante meses

  • ¿Cuándo es la Feria de Abril 2023?

A sus 37 años, Andrés lleva toda la vida dedicado a su vocación: la de feriante. Es la tercera generación de una familia que ha recorrido las ferias de toda España para ganarse el pan y, como él cuenta orgulloso a NIUS, “hacer disfrutar a la gente”. Este vecino de Torredelcampo es solo uno de los miles que, en este pueblo de Jaén, se dedican al oficio.

Su atracción, de las de toda la vida. ¿Quién no se ha montado alguna vez en el tren de la bruja? “Suele gustar mucho, de las más solicitadas por los ayuntamientos. No hay feria sin ella”, reconoce. Estos días, la pone a punto. Falta poco para la Semana Santa, que da el pistoletazo de salida a la temporada. “Hay que recaudar en verano para poder sobrevivir en invierno", señala. Por delante seis meses alejados de casa. Un trabajo duro, dice, que "te tiene que gustar".

Su abuelo empezó con el negocio. Entonces era una rueda de madera con columpios que él mismo empujaba. No había música, ni luces. Fue su padre el que, posteriormente, se hizo con el tren que, ahora, Andrés sigue llevando de feria en feria. “Tengo mis estudios en Informática pero, al final, terminé dedicándome a esto, que es lo que me gusta y lo que he vivido desde pequeño”, asegura.

“No hay feria en España donde no haya un torrecampeño”

Como él son muchos los vecinos que estos días se preparan para la temporada de ferias. Otros ya trabajan en los carnavales y en las Fallas. “No hay feria en España donde no haya un torrecampeño”, asegura Javier Chica (PSOE), alcalde de la localidad. De los 14.000 habitantes, una cuarta parte de ellos viven de las ferias.

A eso hay que añadir los empleos indirectos que genera esta actividad. “El feriante pinta su atracción, cambia las luces LED, sustituye las tapicerías, compra material… todo eso lo hace aquí y es riqueza para el pueblo”, señala.

La presencia de feriantes en Torredelcampo hay que buscarla siglos atrás. Ya en 1804, el rey Carlos IV destacaba “el espíritu emprendedor y buscavidas” de sus habitantes en la cédula de villa independiente escrita de su puño y letra. “Y, con los años, cada vez fueron más las familias que se dedicaron a esto", explica el alcalde.

De interiorista a vender hamburguesas por ferias de España

Ahora, una asociación aglutina a más de un centenar de negocios locales dedicados al sector. José Alcántara, su presidente, lleva 30 años en un oficio que le sobrevino cuando se casó. "Mi mujer es de familia de feriantes y yo dejé mi trabajo como interiorista para vivir también de esto", nos cuenta.

Tienen un negocio de bocatería y hamburguesería que llevan por toda España con una plantilla de 8 a 12 empleados. Arrancarán con la feria de San Isidro, en Talavera de la Reina, el próximo mes de mayo. "Mi trabajo antes era más cómodo: en la oficina, con mi horario y mi nómina", reconoce. Pero mucho más monótono también. "Ahora cada feria es diferente. Vas de un sitio a otro y conoces a mucha gente", señala.

Reconocimiento a un sector muy castigado

La pandemia, reconoce Alcántara, fue un golpe muy duro para el sector. "Muchos habían invertido sus ahorros en arreglos y reformas y, justo cuando estaba a punto de arrancar la temporada, llegó el coronavirus", lamenta.

Planes de empleo específico para los feriantes durante dos años y ayudas directas por un valor de 300.000 euros paliaron los daños a un sector ahogado. "Fuimos referente a nivel nacional. En plena pandemia autoricé un parque de atracciones y, en las ferias de 2021 y 2022 no se les cobró nada, ni sitio ni luz, porque estaban a cero", recuerda el alcalde.

Ahora, además, un monumento de 14 metros, a la entrada del pueblo, rinde homenaje a esta figura, la del feriante o 'garbancero', como se le conoce aquí, por ser los primeros que vendían garbanzos 'tostaos' en sus cestas de mimbre. De aquellos garbanceros que pregonaban su género a estos feriantes que siguen recorriendo el país, de fiesta en fiesta, para volver después al pueblo que los acoge cada invierno.

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