Entre sus víctimas y, el entorno de estas, la conocen como la ‘clínica del terror’, por las consecuencias que les han dejado tras pasar por aquí. De cara a la galería, en su mayoría turistas, hablamos de un reconocido centro de estética, ubicado en Puerto Banús, Marbella, con más de 30 años de experiencia. Para la Policía, las tres responsables de la ’Clínica Evas’ ni estaban cualificadas ni utilizaban aparatos adecuados. De hecho, tras las denuncias y un registro en el centro, se les investiga por una retahíla de delitos por los que le han suspendido la actividad: delitos de lesiones, intrusismo profesional, salud pública, estafa, apropiación indebida y falsedad documental.
Según la Policía, hay al menos 10 víctimas con secuelas, algunas de ellas muy graves y no se descarta que se sume más de una. Algunos testimonios parecen de ficción. Es el caso de una chica que lleva años viviendo en Marbella, de origen árabe. Prefiere no revelar su identidad por “vergüenza” y acepta compartir su experiencia para “ayudar a otras personas”. Fue por este motivo por lo que también denunció ante la Policía. Hace cinco meses que entró en la clínica para consultar tarifas sobre un tratamiento corporal, para tratar la celulitis. Negoció el precio y, tras una oferta de 2.500 euros, terminó pagando 1.850 euros. “Me lo planificaron para el día siguiente”, explica a NIUS la joven.
Recuerda que el trato no fue amable y se arrepiente de haberse dejado llevar y no haberse marchado en ese momento. “Le pregunté qué tipo de máquinas usaban y me dijeron que unas fabricadas especialmente para ellos, de radiofrecuencia”, asegura, aunque ella pudo leer que ponían láser. Le pusieron anestesia, durmió unas horas y, al despertar, comenzó la pesadilla. “No me habían quitado la celulitis y me habían quemado el cuerpo”, relata. Al día siguiente se despertó llena de ampollas similares a las de una quemadura. “Me ardían las piernas”, confiesa. Le recetaron en el mismo centro antibióticos cuando se quejó de lo que le estaba ocurriendo.
“Les supliqué que me dijeran qué me habían hecho, qué tipo de máquina habían usado y no me respondían”, señala. Terminó por ir a un hospital con la preocupación de que sus piernas le seguían doliendo y, cinco meses después, no ha recuperado la normalidad en su piel. “Les pedí un reembolso por lo que me han hecho y me dijeron que era culpa mía”, relata con indignación. “Nadie merece pasar por esto, es un horror”, sentencia.
La terrible experiencia se ha repetido en más de un cuerpo. Inma, una vecina de Marbella, confió en ellas hace tres años para realizarse un supuesto tratamiento novedoso para aumentar los glúteos. Según los testimonios, siempre usaban el mismo discurso, el de que tenían una máquina exclusiva, secreta y que la iban a patentar. “Ahora sé que me enseñaron fotos falsas de otros pacientes para ver el antes y el después”, relata a NIUS. Esto resulta ser anecdótico, para lo que le ocurrió. “Me comentaron que me darían un pinchacito para relajarme, siendo esto mentira, era anestesia general, quedé completamente dormida durante dos horas”, asegura, sin una prueba previa. Al despertar, lo que iba a ser un tratamiento de glúteos, se había convertido en quemaduras hasta las rodillas. Antes de terminar el día estaba denunciando ante la policía.
“Estuve una semana sin poder dormir, sin poder vestirme y no podía ni rozarme”, recuerda. Inma insistía en que aquello no le parecía normal y ellas siempre le contestaban que formaba parte del tratamiento. Esto no solo le supuso perder casi 5.000 euros, sino el disgusto, el miedo y la frustración tras sentirse engañada.
Aurora -nombre ficticio- no quiso denunciar lo que le ocurrió tras un tratamiento en el rostro. "Me siento ridícula al pensar en cómo fui tan inocente", relata a NIUS. Ella paseaba casi a diario por Puerto Banús y la clínica le había llamado la atención. Quería hacerse algo en la cara para que no se le vieran tanto las pecas. "Entré con mi madre para preguntar y terminé pagando los 3.500 euros", confiesa. Esto fue en marzo de 2019, cuando esta vecina apenas tenía 30 años. Les pusieron un café, le hablaron de un tratamiento secreto....de nuevo aquí la intención de la máquina que querían patentar y, la presión, la llevó a contratarlo sin pensarlo.
Después del tratamiento recuerda que se despertó malísima. "Hasta ella se preocupó y más me asusté yo. Estaba muy nerviosa y la cara sentía que me iba a explotar", relata Aurora a quien no se le quita de la cabeza la frase que la supuesta doctora repetía constantemente: "Me decía que para estar guapa, hay que sufrir.. y yo me lo creí". Los siguientes meses no pudo salir a la calle y, durante un mes, no pudo ni cuidar a su hijo. No se podía levantar. "Me había quemado la cara y el pecho", explica.
"Yo lo veía todo raro, pero no pensé que estaba ante tales persona", reconoce. A día de hoy, las pecas volvieron a salir y le han quedado las secuelas de unos párpados caídos, lo que no tenía.