Una prueba de ADN en la fosa común de Reus para que el militante antifranquista Cipriano Martos regrese para siempre a Granada

  • La familia del militante antifranquista está a la espera de conocer los resultados de las pruebas de ADN recogidas en la fosa común del cementerio de Reus

  • Las autoridades interrogaron a Cipriano Martos en 1973 durante más de dos días y tras la ingesta de ácido agonizó en el hospital durante 21 días

  • Localizan los posibles restos del antifranquista Cipriano Martos en Reus

Antonio Martos espera a sus 81 años la llamada que aguarda casi media vida. La misma llamada que esperaron sus padres pero que nunca recibieron. “Murieron con la pena de no saber nada de mi hermano”, confiesa a NIUS. Confía en que alguien le diga que los restos hallados a cuatro metros de profundidad en una fosa común en el cementerio de Reus sean de su hermano Cipriano. El militante antifranquista, víctima de la ingesta de ácido sulfúrico en el transcurso de un interrogatorio con torturas en el cuartel de la Guardia Civil en la ciudad tarraconense en 1973.  

“Si finalmente no es él, nos llevaremos otro varapalo”, confiesa Antonio, el mayor de seis hermanos, quien apenas se llevaba un año con Cipriano. Lo único que desea y, por lo que ha buscado durante toda su vida, es que los restos de su hermano descansen con los de sus padres en el cementerio de Huétor Tájar, en Granada. 

Los dos hermanos llegaron a Sabadell alrededor de 1969 porque en el sur no había trabajo. “Cuando asesinaron a mi hermano, yo ya estaba aquí”, recuerda Antonio Martos, que se quedó a vivir en Cataluña. El paso del tiempo no le ha borrado nada de aquel fatídico día: “Al volver del trabajo me llamó mi familia para contarme lo que había pasado”, relata. A la mañana siguiente volvió a marcar un teléfono que le dejaron y, al otro lado, respondió su madre, que había viajado durante toda la noche para localizar a Cipriano. Nunca consiguió verlo, ni despedirse, ni volvió a saber nada de él. “Mi madre estuvo preguntando, la marearon y nunca supimos nada más”. Antonio asegura que ni los gritos de su madre, que suplicaba de rodillas en la puerta del cuartel ver a su hijo, conmovieron a nadie: “Jamás la dejaron entrar”, apostilla. 

Más de una versión

Al año de lo ocurrido, la familia recibió una carta del Ayuntamiento de Reus en la que aseguraban que Cipriano estaba enterrado en una fosa común del cementerio. Esta versión dolía menos que la que le contaron unos amigos de su hermano en los días posteriores a su muerte: “Me dijeron que lo habían quemado y lo habían tirado al Ebro”, señala. La carta les permitió soñar con que en algún momento lo sacarían de aquel lugar. “Pensé que alrededor del año 85, cuando la cosa se moderó, se haría justicia…no pensé que tardarían tanto”, reconoce. 

“Mi padre y mi madre murieron con la pena de no saber nada de mi hermano….Espero no morirme yo con la misma”, dice Antonio, quien confiesa que la muerte de Cipriano marcó para siempre a toda la familia. “A mi edad, mi único consuelo es conseguir que sus restos descansen en Granada porque justicia ya se hará poca”, se refiere aquí a la justicia que tendrían que pagar los responsables de la muerte de su hermano.

“Mi hermano fue víctima, era el más noble de los seis y alguien lo convenció para apuntarse al Partido Comunista…. Cuando le pillaron con el carné… se lo cargaron. Él no cometió ningún crimen”, relata. Para él, su hermano Cipriano fue a una empresa ubicada en Igualada a repartir “octavillas” cuando, uno de los allí presentes, avisó a la Guardia Civil…. "y nunca más se supo de él". Ahora, si los resultados de las pruebas de ADN de los restos hallados en el cementerio de Reus son de Cipriano Martos, servirán para despedirlo...como no pudieron hacerlo, casi medio siglo después. 

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