Cae en Chipiona el clan que amenazaba con perros peligrosos a la Guardia Civil en una operación contra el narcotráfico
Hasta seis domicilios en una pequeña barriada de Chipiona componían el feudo del clan de 'Los Comía'
Durante una identificación policial, dos agentes resultaron heridos tras ser atacados por uno de los perros del líder de la organización
En total han sido detenidas diez personas, que han ingresado en prisión y, seis más, están investigadas
El dominio del territorio entre los narcos va y viene. Unos caen y otros llegan. Es lo que ocurrió en Chipiona, según las investigaciones, tras la desarticulación del conocido clan de 'la Pinilla'. Cayeron estos y, ‘Los Comía’, se hicieron con el poder… hasta que más de un centenar de agentes de la Guardia Civil los despertaron a las 5 de la madrugada el día antes del sorteo de la lotería, el 21 de diciembre. Seis registros simultáneos en las viviendas que, según los investigadores, componían el feudo de este clan.
Se les considera responsables de la distribución de heroína y cocaína al menudeo en la zona de la desembocadura del río Guadalquivir. En total han sido detenidas diez personas, que han ingresado en prisión y, seis más, están investigadas.
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El líder del clan utilizaba perros de raza potencialmente peligrosa adiestrados específicamente para atacar a la orden de su amo. Según las fuentes, fueron víctimas dos agentes de la Guardia Civil que resultaron heridos tras sufrir el ataque de uno de estos perros el pasado mes de junio.
'Capos' del bajo Guadalquivir
El clan se había asentado en una barriada de la localidad de Chipiona, donde tenían repartidos distintos puntos de venta de estupefacientes, diferenciando tipos de sustancia y perfiles de clientes. De está forma, según los investigadores, atendían las 24 horas del día. Tenían numerosas medidas de seguridad, en su mayoría vigilantes o "aguadores", como se les conoce en el argot, que advertían de la posible presencia policial.
Su forma de actuar consistía en no disponer de grandes cantidades de sustancia en un mismo domicilio, para evitar pérdidas en caso de una intervención policial o un robo por parte de algunos de sus clientes. Para evitar esto último, tenían los domicilios diferenciados por sustancia ofrecida, de manera que la madre del líder de la organización se ocupaba de la venta de cocaína, mientras que el líder y otros miembros de la organización, varones o de menor nivel, se ocupaban de las ventas de heroína y rebujo, por ser sus compradores personas más conflictivas.
Los perros para atacar
La frecuente ida y venida de consumidores generaba un clima de inseguridad entre los vecinos, que tenían que soportar a cualquier hora peleas y disputas entre las personas que acudían a comprar sus dosis, si bien el carácter violento del líder de esta organización acallaba cualquier protesta que pudiera originarse, ya que era frecuente verle acompañado de perros de raza peligrosa, a los que adiestraba específicamente para atacar.
En el mes de septiembre, el líder del clan utilizó a otro de sus canes para castigar a uno de sus peones al que acusaba de haberse quedado con un número indeterminado de papelinas de cocaína, causándole el perro numerosas heridas por mordeduras que requirieron su ingreso hospitalario.
Incautación en los registros
Durante la intervención se incautaron 143 gramos de cocaína, 20 gramos de heroína, 62 gramos de hachís, 72 papelinas de heroína, 15 de cocaína, un bote de pastillas de tranquimazin y otras sustancias de corte, además de balanzas, envasadoras al vacío y otros elementos que sustentaban los hechos investigados. Junto a todo esto se incautaron multitud de teléfonos móviles, dispositivos electrónicos, más de 5.000 euros en moneda muy fraccionada, cinco patinetes eléctricos y una motocicleta de gran cilindrada.