Javier Martínez, 'coach' emocional LGTBIQ+: "Los armarios son prisiones"

Javier Martínez nació en Linares, en Jaén, aunque ha vivido sobre todo en Málaga y Madrid. Allí es donde ejerce como 'coach' emocional especializado en personas de la comunidad LGTBIQ+. El grueso de sus clientes acuden a él para que les ayude a encontrar la manera de salir del armario de la forma menos traumática posible.

Pregunta: Empecemos diciendo que nadie tiene por qué salir del armario si no quiere... ¿o ya empezamos mal diciendo eso?

Respuesta: Salir del armario es siempre una decisión personal, que debe llegar en el momento y en la forma que cada quien decida. Es decir, no hay que obligar a nadie a salir del armario (eso es outing), ya que desconocemos cuáles son sus circunstancias personales para decidir permanecer dentro, llegando incluso a poder existir la posibilidad de que su vida esté en riesgo si se muestra de manera visible.

Más allá de esto, salir del armario es muy recomendable, ya que es la única manera de poder empezar a vivir libremente quien uno es. Si no nos damos a nosotros mismos el espacio seguro donde poder ser libremente, jamás podremos ser felices. Estaremos viviendo una vida que no nos corresponde, lo que nos llenará de frustración y sufrimiento.

P: ¿Sigue habiendo mucha gente dentro del armario? ¿Por qué?

R: La respuesta es sencilla: porque sigue existiendo la LGTBIfobia. Hay que tener en cuenta que no somos las personas LGTBIQ+ quienes nos metemos dentro de un armario. Es la sociedad, con la presunción de cisheterosexualidad, la que que nos mete en él. Desde que nacemos, se da por hecho que todos somos personas heterosexuales y cisgénero, por lo que se nos trata como tal. Si a ello añadimos los mensajes negativos que recibimos constantemente sobre las orientaciones sexuales y las identidades de género que no son la hetero y la cis, respectivamente, acabamos aprendiendo que lo que sentimos y lo que somos es algo que está mal, por lo que nos quedamos atrapados en ese armario.

Todas esas creencias negativas que adoptamos sobre nosotros mismos, sumado a las situaciones concretas de LGTBIfobia del entorno, es lo que nos impide salir del armario, ya que sentimos que dentro de él estamos a salvo. Aunque en realidad, se trata de una seguridad falsa. Los armarios son prisiones, no espacios seguros.

P: Hoy por hoy, ¿se puede decir que salir del armario sigue siendo difícil?

R: Por supuesto que sí. Mientras siga existiendo la LGTBIfobia seguirá siendo difícil salir del armario. Y esa LGTBIfobia existe en muchísimos ámbitos (familiar, laboral, amistades, etc.). Ser visible puede tener consecuencias como ser acosado o perder tu puesto de trabajo, recibir insultos o agresiones en cualquier espacio público, o incluso que tu familia reniegue de ti, te eche de casa o te lleve a terapias de conversión.

P: ¿En tu caso lo fue?

R: En mi caso fue difícil por todas las creencias limitantes que yo había adquirido en torno a mi homosexualidad. Pensaba que siendo gay no iba a ser feliz jamás, que no podría tener una pareja o mi propia familia, que nadie nunca me valoraría por otras cualidades y que solo me verían como "el maricón". También pensaba que mis padres iban a sufrir muchísimo cuando supieran que era gay. Y ese posible sufrimiento me bloqueó durante mucho tiempo.

Pero después, afortunadamente, mi experiencia real fue muy diferente a todo ese horror que me había imaginado. Mis padres y el resto de mi familia lo asumieron bien y poco a poco pude empezar a vivir una vida plena y feliz como hombre gay visible. En mi caso, los monstruos que había en mi mente no tenían una justificación real con mi entorno cercano. 

P: ¿Cómo acabaste convirtiéndote en coach emocional para personas LGTBIQ+?

R: Tras una crisis laboral importante, decidí formarme como coach. Unos años antes yo había sido cliente de coaching y me había ayudado mucho a adquirir conciencia y a modificar muchas creencias que me venían haciendo daño. Fue un cambio radical en mi vida. Tras formarme en coaching, tomé la decisión de enfocarme hacia el colectivo LGTBIQ+, ya que soy consciente de lo difícil que puede llegar a ser vivir siendo víctima de la LGTBIfobia y la necesidad de hacer una correcta gestión emocional para poder ser más felices. 

P: ¿Qué porcentaje de tus clientes acuden para que les ayudes a salir del armario?

R: Diría que en torno al 60 % de mis clientes llegan a mi por este motivo, ya sea para salir del armario por primera vez o en algún área concreta que tienen pendiente, como por ejemplo en el trabajo. Hay que tener en cuenta que, en realidad, las personas LGTBIQ+ salimos del armario constantemente: cada vez que se conoce a una persona nueva, cada vez que se llega a un nuevo trabajo, etc. La clave está en naturalizar estas salidas del armario. Las primeras suelen ser las más difíciles de afrontar, pero una vez que se coge la costumbre se puede integrar para que salga natural.

P: ¿En qué entorno cuesta más salir? ¿En la familia, entre los amigos o en el trabajo?

R: Depende de cada persona y de su situación. En general, las primeras veces son las más difíciles, porque estamos bloqueados por el miedo y por muchas creencias limitantes que hemos aceptado como ciertas. Y con cada uno de estos grupos puede haber miedos y creencias diferentes. Personalmente, diría que lo más difícil es la familia y, sobre todo, los padres, por el vínculo emocional que se crea con ellos. Pero como digo, depende de cada caso. Se puede tener unos padres con los que sabes que no va a haber problema y, en cambio, tener un grupo de amigos que suele hacer comentarios llenos de LGTBIfobia. En este caso, el miedo a que este te rechace pesa más. O lo mismo con el trabajo, ya que puede pesar mucho el miedo a que te hagan mobbing o incluso te despidan.

P: ¿Cuál es el proceso que realizas con tus clientes para ayudarles?

R: Sigo un proceso basado en el MAT (Metamodelo de Análisis Transformacional), una disciplina en la que llevo varios años formándome y que permite conocer y entender cada una de las emociones básicas. Para ser capaz de salir del armario hay que conectar con el orgullo auténtico, que es donde está la valentía, pero antes de ello hay que gestionar otras emociones. En primer lugar, identificamos cuáles son los miedos que tiene el cliente y analizamos si éstos se basan en amenazas reales o si solo están en su mente. Estos miedos suelen estar vinculados a creencias limitantes (LGTBIfobia) que se han aceptado como ciertas, por lo que es importante entender qué se está perdiendo a raíz de haber aceptado estas ideas. Tras ello, con la rabia auténtica cortamos estas creencias limitantes, que no son otra cosa que manipulaciones, y las cambiamos por creencias que sean reales y que nos potencien. Y de esta forma, llegaremos al orgullo, emoción con la que reconocemos lo grande que hay en nosotros y que nos ayuda a dar el paso valiente de salir del armario.

P: ¿Cuál es el perfil de la persona que acude a ti en busca de ayuda para salir del armario?

R: Suelen ser, en su mayoría, hombres gais o bisexuales de entre 30 y 45 años, aproximadamente.

P: ¿Hay diferencias en las dificultades según la edad?

R: Sí, dependiendo de la edad, los miedos pueden ser diferentes. Por ejemplo, cuando se es más joven y se vive en un hogar donde hay LGTBIfobia, el hecho de no tener independencia económica hace que muchas personas LGTBIQ+ que se vean condenadas a permanecer en el lugar del conflicto. Esto dificulta muchísimo la posibilidad de salir del armario y ser visible. Otro ejemplo diferente puede ser el de una persona de edad más avanzada, que se ve limitada por el hecho de llevar muchos años fingiendo una vida que no es la suya y ahora le cuesta mucho más salir de esa mentira. Puede incluso que toque salir del armario con hijos, lo que puede resultar más complicado.

P: ¿Cuál es la persona de mayor edad a la que has ayudado en el proceso?

R: De 45 años.

P: ¿Qué casos te han llamado especialmente la atención desde que eres coach?

R: Los que más me sorprenden son los casos de hombres que han pasado los 40 años, que tienen independencia económica, ya no viven con su familia de origen, pero aun así les pesa tanto la LGTBIfobia que han padecido que siguen sin poder salir del armario con sus padres y hermanos. El peso de las LGTBIfobia es tan fuerte que les sigue condicionando.

P: ¿Cómo afecta a la vida de una persona no salir del armario?

R: En última instancia una persona que no sale del armario no puede ser feliz. El motivo es muy claro: no tiene la libertad de comportarse tal y como es, se ve obligada a tener que estar mintiendo continuamente, no se encuentra en un espacio seguro... Hay personas que afirman ser felices dentro del armario, pero no es una felicidad real. Se trata de cierta comodidad, de un "armario de confort" donde creen estar seguros, pero en realidad lo que están es prisioneros del miedo y la LGTBIfobia. ¿Se puede ser feliz así?

P: ¿Y a una relación de pareja en la que uno de ellos permanece en el armario?

R: Puede afectar en gran medida. La persona que está dentro del armario puede estar en dos posiciones. Una de ellas es la de querer salir de él y, por tanto, el hecho de tener una relación con alguien que ya está fuera puede servirle de impulso y ayuda para avanzar hacia la salida. En cambio, si no quiere salir del armario, acabará arrastrando a su pareja hacia ese encierro, ya que tratará de que no haya ninguna visibilidad. En ese punto, la persona que está fuera del armario tendría que dar pasos hacia atrás en su libertad, lo que es tremendamente injusto. En este caso, lo más probable es que la relación se tambalee y acabe terminando. De hecho, para quien está fuera del armario sería lo mejor. No podemos obligar a nadie a salir del armario, pero tampoco podemos obligar a nadie a que se meta dentro de él una vez que ya ha salido.

P: Una vez que se sale del armario... ¿se acaban los problemas?

R: En absoluto. Salir del armario es el principio de un proceso en el que hay que seguir avanzando y gestionando otras situaciones y problemas, además de lidiar con las secuelas que nos queden. Como suelo decir, uno puede salir del armario, pero el armario puede seguir estando dentro de nosotros. Con esto me refiero a la LGTBIfobia interiorizada, que es el propio rechazo que sentimos por nuestra orientación sexual o identidad de género, y que no se quita saliendo del armario. Debemos seguir atentos a qué creencias seguimos teniendo para ser conscientes y atajarlas. También debemos gestionar la realidad que nos encontramos en el ambiente, que no siempre es de color de rosa, el tema de ligar, tener una relación de pareja saludable y un larguísimo etcétera.

P: ¿Algún día desaparecerán los armarios?

R: Ojalá, pero para eso quedan muchos años y mucha deconstrucción social. Los armarios desaparecerán el día en el que desaparezca la presunción de cisheterosexualidad. Es decir, cuando no se dé por hecho que un bebé es heterosexual cisgénero simplemente por nacer y se le eduque en la total libertad y en base a cómo se vaya expresando. Así no habrá una orientación y una identidad normativas, ni tampoco unas de primera y otras de segunda. Hoy por hoy es una utopía, pero confiemos en que evolucionaremos tanto como para lograrlo.