La rehabilitación de los perros maltratados en un refugio de Córdoba: “Los daños psicológicos tardan más en curarse”

  • La veterinaria de Galgos del Sur, Elisabet Viejo, relata a NIUS cómo es el proceso de rehabilitación de los animales

  • Cada año rescatan más de 200 perros, la mayoría galgos, aunque también de otras razas

  • Tras la valoración, algunos ingresan en el hospital y otros pasan al refugio

Esta semana ha quedado visto para sentencia el juicio a dos cazadores de Güejar Sierra, en Granada, acusados de maltrato animal y de la muerte de sus perros. Se enfrentan a una petición de tres años y medio de cárcel que pide la acusación que ejerce la Asociación Protectora de Animales Galgos del Sur, que ha solicitado la máxima pena que permite el Código Penal. Luchan por la vía de la justicia y, luchan cada día, para que animales como estos, que han vivido el horror, salgan adelante. 

Los perros que, afortunadamente, caen en sus brazos comienzan una terapia de rehabilitación en el refugio ubicado en Córdoba. No hay dos casos iguales ni aunque hayan estado viviendo en la misma ‘finca de los horrores’, porque cada uno tiene su personalidad. Hay muchos ejercicios de libros pero, lo más importante, es que lleguen a sentir el amor de verdad. Es entonces cuando el animal empieza a superar los traumas que le provocaron sus maltratadores. 

Lo primero que hacen es valorarlos y, a partir de ahí, deciden si necesitan atención hospitalaria o si pasan al refugio. “Una vez aquí ordenamos documentación y le hacemos el perfil general de sangre para el tratamiento que necesiten”, explica a NIUS Elisabet Viejo, veterinaria de Galgos del Sur. 

En condiciones insalubres

En el caso del que hablábamos al principio, los perros malvivían en un zulo entre sus heces y orines, atados con cadenas las 24 horas, con bolas de pienso esparcidas por el suelo entre heces y sin agua potable. Y este es el escenario en el que han vivido la mayoría de los que llegan hasta las manos de la asociación: “Muchos llegan enfermos, otros con heridas o huesos rotos”, relata la veterinaria. Aquí comienza el recorrido de la recuperación que en algunos casos lleva meses y, en otros, es sorprendentemente rápido. 

Las secuelas psicológicas, en algunos casos, requiere incluso de medicación. “No saben tratar con otros animales y también los hay que tienen miedo a objetos porque no han sido socializados”, señala. Una simple escoba provoca pánico en algunos perros porque quizá, en el pasado, era lo que usaban para hacerles daño. Cada uno necesita una terapia diferente, según el trauma. “A veces nos sentamos en la jaula y está el perro ladrando dos horas hasta que se da cuenta que no le hacemos nada”. Estos daños, los que no son físicos son lo más difíciles de tratar, “como ocurre con las personas, son las más lentas”, asegura Elisabet.

Cada año, rescatan más de 200 animales, “la mayoría galgos, aunque también de otras razas”, explica. Cuando están recuperados pasan al proceso de adopción, donde ahora mismo tienen un centenar de perros preparados para vivir en un nuevo hogar.