María Ángeles no sabe mucho de fútbol, pero nunca olvidará la camiseta amarilla del Watford inglés. La llevaba un joven subsahariano cuyo cuerpo apareció en las costas de Málaga a principios de año. Durante días, María Ángeles Colsa rastreó las equipaciones de fútbol de varios países hasta dar con ella. "Era muy extraña", cuenta a NIUS, tanto que se convirtió en la pista que permitió encontrar a su familia. "Y por fin supieron lo que pasó".
Es el trabajo de María Ángeles y sus compañeros en el Centro Internacional para la Identificación de Migrantes Desaparecidos. Se encargan de encontrar a aquellas personas que intentaron cruzar el Estrecho y desaparecieron, tanto a los que sobrevivieron como a los que no, para luego contactar con sus familias. "Muchas veces llegan a España y por alguna razón salen del país sin comunicar a la familia que llegaron", dice María Ángeles, que en ese caso intenta rastrear su viaje hasta dar con ellos.
Otras veces el trabajo de esta ONG se centra en identificar las decenas de cuerpos rescatados del mar que acaban en las morgues de distintas localidades españolas. "La fecha de la muerte es una de las claves para identificarlo", dice María Ángeles porque en ocasiones ni siquiera saben en qué patera venían.
La otra clave está en la ropa. Casi siempre prendas deportivas y en ocasiones equipaciones de fútbol. La camiseta del Chelsea, la del Paris Saint Germain y unos pantalones del Barcelona eran algunas de las pocas pistas para encontrar a la familia de tres de los cinco cadáveres que hasta hace unos días aún esperaban en diferentes morgues del levante.
"Nosotros en realidad preidentificamos", especifica la María Ángeles, que además es portavoz de la organización. La identificación oficial corre a cargo de la Guardia Civil primero y luego el juez. Para ello se ayudan de la información que les transmiten las autoridades como fotos de las pertenencias de los fallecidos.
"Normalmente buscamos alguna imagen de la misma prenda en Internet", dice María Ángeles. Son muy estrictos a la hora de no mostrar fotografías del cadáver ni de la ropa que llevaba en el momento del fallecimiento, la mayoría de las veces casi deshecha después de varios días o semanas en el mar.
Solo una vez se han saltado su propia norma. Fue hace poco menos de un año. Después de mucho tiempo intentando identificar sin éxito a un joven marroquí de apenas 20 años, optaron por usar una foto de su cadáver. "Estábamos desesperados", dice María Ángeles. Así que una compañera fotógrafa retocó la imagen del cuerpo para que pareciera vivo. Enseguida varios amigos contactaron con la organización.
Su trabajo no es fácil porque además no siempre las familias quieren reconocer los cuerpos. Cuando se trata de una mujer, por ejemplo, suele haber más complicaciones por el simple hecho de que "la familia no quiere reconocer que se fue", asegura María Ángeles.
Cuando es un varón es más fácil, "a no ser que viniera de un lugar muy remoto donde a veces ni siquiera hay Internet", dice María Ángeles. Otras veces los familiares no los reconocen simplemente por miedo a las mafias. En el caso de que no sean identificados o si las familias no encuentran la forma de repatriar sus cuerpos, los cadáveres son enterrados en el cementerio de la misma localidad costera donde apareció su cuerpo.
El Centro Internacional para la Identificación de Migrantes Desaparecidos tiene su sede en Málaga y una red de colaboradores en el resto de España, Marruecos, Francia, Reino Unido, Bélgica y Suiza. En lo que va de año calculan que 35 embarcaciones procedentes de las costas de Argelia y Marruecos han naufragado antes de llegar a la península. Llevaban un total de 426 personas de los que la organización de María Ángeles solo ha contado 103 supervivientes. El resto, 323 personas, son víctimas no recuperadas, para lo que la organización usa el eufemismo “desaparecidas”... pero nunca olvidadas.