El corazón roto de Francisco tras un accidente de tráfico, un caso único en el mundo curado en Málaga
La larga historia de Francisco es un caso único en el mundo
El hombre de 73 años llegó al hospital con un agujero de cinco centímetros en el corazón
Le pusieron un parche bovino para cerrarle el orificio y salió adelante tras 45 días en la UCI
El corazón de Francisco Camacho es único en el mundo, al igual que la intervención que le salvó la vida. Él no lo supo hasta que despertó en la UCI del Hospital Regional Universitario de Málaga 45 días después de sufrir un accidente de tráfico. Los médicos le explicaron que su corazón se había roto en aquel siniestro. Tenía un agujero de 5 centímetros que se hizo al impactar contra el volante. Su operación es un hito mundial, el único precedente es un caso similar por caída desde gran altura en 2016 en Galveston (Texas, EEUU).
Francisco, de 73 años, volvía con su mujer, Julia, de hacer unas compras y a 100 metros de su casa en Alfarnatejo, Málaga, chocaron frontalmente contra otro vehículo. Poco recuerda de aquel accidente que tuvo hace 9 meses: “Solo que tenía un fuerte dolor en el pecho y que llegó la ambulancia”, relata a NIUS. Ahí perdió la consciencia y, casi, la vida.
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Literalmente, se rompió el corazón. Según explican los médicos, el golpe le provocó un agujero de unos 5 centímetros en el órgano vital, lo que, en otras circunstancias, le hubiera llevado a fallecer en el acto con una alta probabilidad.
La historia de la historia
Esas circunstancias empezaron cuando Francisco tenía 14 años y lo operaron del pericardio en Madrid. Esta es la capa exterior que mantiene el corazón en su lugar dentro del tórax, lo protege de cualquier inflamación y actúa de barrera contra infecciones. “No sabían muy bien qué era lo que padecía, tenía pulsaciones altas, me operaron y me lo quitaron”, cuenta a NIUS Camacho. A partir de ese momento, su corazón ya no tenía esa protección aunque, eso no le ha impedido vivir una vida normal. Esta experiencia no tiene una relación directa con el accidente pero sí indirecta.
Cuando Francisco tuvo el accidente, tomaba un anticoagulante para tratar una arritmia por lo que, cuando llegó al hospital no podían intervenirle quirúrgicamente hasta estabilizarlo. “Había que ponerle un ‘antídoto’, había que normalizar la coagulación”, cuenta Emilio Curiel, jefe de sección de la UCI del Hospital Regional Universitario de Málaga. Ese día Curiel estaba de guardia y se pasó toda la noche junto a Francisco. Los riñones empezaron a fallar y el tiempo corría en su contra. Por más que querían no podía entrar a quirófano sin pasar por aquí porque podría desangrarse. Con el primero que llegó en la ambulancia, había comenzado una cadena de profesionales que se encargarían de salvarle la vida.
Nueve profesionales se metieron en quirófano. Dos cirujanos cardiovasculares, un residente de esta especialidad, un anestesista, tres enfermeras, una TCAE y un perfusionista. José Francisco Valderrama, cirujano cardiovascular, explica que la operación era a vida o muerte. Lo conectaron a una máquina que hace de corazón-pulmón. Luego, antes de abrir el esternón, le vaciaron el corazón de sangre para que no muriera desangrado. “Al ver el agujero, lo reparamos con un parche de pericardio bovino a las paredes del ventrículo", cuenta Valderrama. Esto es, el pericardio, lo que no tenía Francisco, que se lo quitaron con 14 años, y le pusieron el de unas vacas “especiales” que se crían en Estados Unidos y forma parte del material que tienen los hospitales para numerosas intervenciones.
“Lo más llamativo de la historia es que el paciente llegó vivo al hospital”, relata el cirujano. Cuando ocurre esto, un agujero en el corazón, el pericardio… se llena y el paciente muere casi en el acto. Hablábamos de circunstancias especiales. En primer lugar, el hecho de que no tuviera pericardio le provocó que el impacto rompiera su corazón. Lo segundo, es que al no tener pericardio, no se asfixió el corazón, no sufrió un taponamiento cardiaco. El corazón tenía espacio para seguir latiendo porque la sangre salía al tórax. “Lo que posiblemente le provocó la rotura, le salvó después”, dice Valderrama.
Y lo tercero, es que su órgano se había adherido a las zonas adyacentes, estaba pegado por no tener pericardio, lo que hizo que la sangre no saliera en un primer momento tan rápido. Es un caso único en el mundo, “es muy difícil que cuando ocurre esto, el paciente sobreviva”, señala el cirujano. A esto, sumarle que reparar 5 centímetros de rotura en el corazón, ya es complicado.
La cadena que funcionó
Esta historia es ejemplo del buen hacer de muchos profesionales. “El equipo quirúrgico es importante pero, en un caso así, tan severo, sin la cadena que lo atendió en cada momento no sale adelante”, dice el cirujano. Bien lo sabe Francisco que con su corazón “arreglado” y, muy agradecido, dice que lo han dejado mejor que antes: “Han hecho una buena obra de arte conmigo”.