El ejército ruso estrecha el cerco contra Kiev, la capital de Ucrania. Se combate a siete kilómetros del centro de la capital. A pesar de su manifiesta inferioridad las tropas ucranianas apoyadas por voluntarios civiles resisten. La pasada ha sido otra noche de bombardeos y lanzamiento de misiles como este que impactaba sobre un edificio de viviendas. La población atemorizada pasa su tercer día en el metro o en sótanos habilitados como refugios antiaéreos. Una guerra que se extiende por todo el país. Rusia aseguraba hoy haber destruido 800 objetivos militares. El ministerio de Sanidad ucraniano ha cifrado en 198 los civiles muertos que hasta ahora deja la guerra, tres de ellas niños. Los heridos superan el millar.
Los ataques rusos continúan y en las próximas horas podrían ser especialmente duros por la incorporación de violentos soldados chechenos. Son los soldados más sanguinarios que tiene Rusia y se disponen a intervenir para apoyar a las tropas que ya están sobre el terreno. El éxodo de ciudadanos es cada vez mayor hacia los cinco países limítrofes con Ucrania. Solo en Polonia hoy han entrado 100.000 personas. Lo hacen en tren, en coche o andando en una huida desesperada. Ante el empeoramiento de la situación, Alemania ha cambiado su criterio y esta tarde ha decidido enviar armas antitanque a territorio ucraniano.
Esta mañana el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha querido dejar claro que su país no abandonará las armas. "Las armas son nuestra libertad y nuestra independencia", ha asegurado Zelenski en un video grabado desde Kiev para demostrar que no piensa abandonar el país. Rusia responde que seguirán con los ataques hasta lograr sus objetivos. Y mientras tanto la población ucraniana sufre las consecuencias de la guerra. Decenas de miles de personas tratan de salir del país como pueden huyendo de las bombas.