A escasos 50 kilómetros del vasto Desierto del Thar, y no muy lejos de la línea que marca la frontera internacional entre Pakistán y la India, la antigua urbe de Jaisalmer, conocida como "la ciudad dorada", todavía conserva la esencia de tiempos pasados. Sus habitantes siguen manteniendo modos de vida ancestrales: compran y venden en bazares laberínticos, los artesanos trabajan la piel y la piedra con esmero como antaño... Jaisalmer, presidida por una imponente fortaleza erigida en una posición estratégica, fue tierra de marajás y parada obligada de las rutas tradicionales de comercio de las caravanas de camellos de mercaderes indios o asiáticos que circulaban entre la India, Asia Central, Egipto, Arabia y Persia.