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¿Por qué es mejor sentarse en la parte trasera del avión en vuelos largos?

Seguro que más de una vez te has preguntado cuáles son los mejores asientos en los aviones, más si hablamos de vuelos largos con muchas horas por delante.

Cada persona hace suyo el espacio de una manera diferente: unos duermen en posición fetal hasta que la sensación de existir se disuelve como una aspirina; otros consumen contenido en las pantallas hasta que la voz de la megafonía los saca de su ensimismamiento. La realidad de esta elección a menudo tiene más que ver con una mezcla de comodidad y agotamiento. Solemos elegir los asientos de la fila delantera porque la espera para alcanzar la salida se hará, en teoría, más corta. Esas horas eternas sentados en la misma posición ya nos han agotado bastante.

En un viejo artículo, el periodista australiano John Burt se declaraba absolutamente fan de la lógica contraria. Prefería los asientos traseros por encima de otros; sí, ese emplazamiento discreto en la cola del avión que a menudo descartamos cuando estamos comprando el billete. “Como estás escondido, nunca te golpeará una azafata con un carrito, ni te empujarán los pasajeros que pasan, ni te agarrarán del asiento al pasar”.

Pero ¿hay más razones de peso para elegir los asientos de atrás, o es un mito?

Veámoslo.

Son más seguros

Durante un accidente aéreo, las perspectivas de sobrevivir casi nunca están de nuestro lado. Bien, pues la elección de unos asientos frente a otros también influiría en esa estadística (la que cifra las posibilidades de vivir y no acabar como una masa irreconocible entre los hierros). Según diversos estudios, los traseros ganan. Esa zona del avión tiene una mayor tasa de supervivencia. Ha sido diseñada para proteger la caja negra y, por extensión, cuenta con una estructura más reforzada. 

En 2015, la revista Time publicó un artículo que analizaba los datos sobre accidentes aéreos de la Federal Aviation Administration (FAA) durante más de tres décadas. En términos generales, los de la parte trasera ofrecían mayores tasas de supervivencia (un 32%), por varios motivos. El primero, que la mayoría de los impactos ocurren en la parte delantera, lo que deja a la parte trasera menos expuesta a daños fatales. En una evacuación de emergencia, la cola suele estar más cerca de las salidas de las alas, lo que permite una salida más rápida y segura. 

Divina comodidad 

Durante el vuelo, importa tanto el espacio disponible para mover las piernas y acomodar el cuerpo como las sensaciones que nos transmite el avión: ruidos, sacudidas, hormigueos molestos, zumbidos en la estructura. De nuevo, ganan los de la parte trasera. La cola es más estable en cuanto a la sensación de turbulencias por su estructura aerodinámica. Solemos sentirlas más fuerte en la zona anterior y media, mientras que la parte trasera suele darnos un vuelo más ‘suave’. Otra ventaja más: en los asientos de la parte de atrás el sonido del motor del avión es menos invasivo y se puede descansar mejor, sin distracciones o ronroneos mecánicos. 

Las ovejas negras 

Los asientos traseros suelen ser los feos y las feas del baile durante un vuelo convencional. La realidad es que, al elegirlos, tenemos más probabilidades de que nos toque alguno vacío al lado y, por tanto, más espacio para estirar las piernas. No es solo que esa zona suela ser más cómoda y con menos niños; además tenemos acceso directo a uno de los baños del avión menos utilizados y no nos tocará sufrir el paso de los carritos de bebida y comida del personal de vuelo, tanto si su recorrido es de atrás hacia adelante como si empieza en la parte delantera. La mayoría de pasajeros forman colas en los baños de la parte media y delantera, los más populares y concurridos.

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