Los avisos de la AEMET por riesgos meteorológicos: ¿Qué significan y cómo funcionan las alertas?

Tras la trágica DANA del 29 de octubre y con la llegada de un nuevo temporal cuando todavía permanece el duelo, el miedo y la angustia por las últimas inundaciones, no dejamos de prestar atención al temido aviso rojo por las inclemencias meteorológicas. Se trata del nivel de alerta más alto, con el que se recomienda evitar los desplazamientos por peligro meteorológico extremo. Estos avisos, además, los decreta la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y se envía a las autoridades para que adopten las medidas pertinentes.

Así lo explicaba en el Congreso el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres: “Estos avisos de la AEMET van a la población, se hacen públicos en sus mecanismos oficiales y se trasladan a los servicios de Protección Civil de las comunidades autónomas, que son las que decretan, acorde a esos avisos, las alertas pertinentes, tal y como establecen, por ejemplo, los estatutos de economía”.

Los avisos de la AEMET por riesgos meteorológicos: ¿Qué significan?

Estos avisos de la Agencia Estatal de Meteorología son de distintos colores según los riesgos que conlleven. El verde significa que no existen riesgos meteorológicos; tiempo tranquilo y nada de lo que avisar. Por eso, el primero del que tenemos que estar pendientes es el amarillo: indica que no existe riesgo para la población, pero sí para ciertas actividades al aire libre. Implica estar atento al tiempo, sobre todo, la población vulnerable, niños y mayores.

Con aviso naranja, existe riesgo meteorológico importante, así que se recomienda estar preparado y seguir las recomendaciones dispuestas por las autoridades.

Por su parte, cuando las predicciones apuntan a fenómenos meteorológicos no habituales, con intensidad excepcional y riesgo muy alto para la población, se emite un aviso rojo, que significa riesgo meteorológico extremo.

Estos avisos de la AEMET, en consecuencia, no se emiten solo por lluvias. También hay avisos por tormentas, vientos, nevadas, oleaje, olas de calor o de frío.

Como se ha visto ahora en España, y antes en otros países, el problema está en que esos avisos se transformen en alertas y lleguen de forma efectiva a la población.

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