Miles de aficionados se volcaron para presenciar la primera sesión portuguesa en territorio brasileño. Más de uno se lanzó al terreno para abrazar a CR7 pese a las fuertes medidas de seguridad. Pero lo que no faltaron fueron llantos e incluso desmayos en unas gradas repletas que vibraban con el combinado del país que consideran ‘hermano’